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Marcos Ana: "Una calle es un homenaje incómodo"

El propio poeta lo admite: ser el preso del franquismo que estuvo más años en la cárcel le otorga una una "triste autoridad". Su biografía, Decidme cómo es un árbol, va para su séptima edición, y ayer entró en el noménclator de la ciudad, que le rindió homenaje con una calle en el barrio de Bellavista.

el 15 oct 2009 / 20:12 h.

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Marcos Ana, ayer, en el hotel América en un momento de la entrevista.

-Si no me fallan las cuentas, está a punto de cumplir medio siglo de libertad tras 23 años de cárcel, ¿qué le queda de entonces?


-Me quedan cosas como lo que me ocurrió ayer -por el miércoles-. No sabía cómo hacer funcionar el aire acondicionado y llamé a información del hotel y le dije ‘le llamo de la celda 303'. La gente me pregunta qué ha sido más difícil para mí, si la cárcel, la tortura, las condenas a muerte... Yo digo que lo más difícil ha sido la libertad porque en la cárcel era como una piedra más de la prisión pero no estaba preparado para vivir. Y nacer a los 42 años, cuando salí en libertad, es algo muy difícil. Un niño nace, poco a poco asume la vida y se adapta, pero yo salí de golpe en un planeta extraño.


-Ha recibido decenas de homenajes, ¿qué significa tener una calle en Bellavista?


-Cuando me hacen un homenaje siempre digo que me siento incómodo por todos esos compañeros y se lo dedico a tantos hombres y mujeres que perdieron su vida para que tengamos libertad y democracia. Pero lo más importante no es la satisfacción personal que pueda producirme, porque es una satisfacción incómoda, lo más importante es que a través del libro que he escrito he conseguido que este mensaje llegue a mucha gente. Pienso no sólo en mis camaradas, sino en esa mayoría que tiene de nosotros una idea prefabricada y sostenida durante años. Para que vean quiénes somos y que no tenemos rabo y cuernos como nos han pintado. Una de las cosas que tenemos que hacer es que se reconstruya de una vez la memoria histórica para que los jóvenes sepan lo que ha pasado. La venganza no es un ideal político ni revolucionario, pero no podemos arrancar esa página de la historia y que caiga en el olvido.


-¿Cómo se equilibra la balanza para que la memoria histórica no sea una revancha?


-No hay que confundir venganza con Justicia. Como la amnistía no hay que confundirla con la amnesia. Nosotros no queremos violencia o que se vuelva a la guerra civil. Cuando un agente me torturaba, me preguntó: ‘¿Y tú por qué luchas?' Y le dije: ‘Por una sociedad en la que usted no pueda hacer lo que me está haciendo a mí.


-Le pongo un ejemplo concreto, la calle que le dan a usted, símbolo del comunismo, se la quitan a un dirigente afín al régimen franquista...


-Pasa en toda Europa. Hay calles y plazas que llevan nombres nuevos de gente que luchó contra el fascismo. No se puede comparar. La gente que ha luchado por la libertad y contra la dictadura merecen más una calle que los que fueron asesinos de tantos y tantos españoles. Está por ley, y luego cada ayuntamiento decide, con más o menos acierto, que sean representantes de la democracia y la libertad quienes figuren en las calles. Eso no implica revancha.
-Usted es comunista y poeta, ¿cuál cree que debe ser el trato al artista afín al franquismo? Y le digo un caso concreto: hace unos días se prohibió un acto a Agustín de Foxá.


-No conozco bien ese tema. Pero si representa eso ensalzar el franquismo y el fascismo, las instituciones y fuerzas democráticas tienen derecho a defenderse de esto. No conozco el caso, pero ante una exaltación fascista o un personaje con el que se quiera ensalzar el pasado fascista de este país, la democracia tiene derecho a defenderse. Pero no conozco el caso.


-Pero al margen de un caso concreto, ¿cómo se debe abordar la figura y la obra de artistas vinculados al régimen?


-Hay que respetar a la gente, la democracia debe traer la paz y la seguridad para todos, y que cada uno defienda sus ideas. Ése es mi deseo. Pero sería tremendo que impunemente la gente se dedique a ensalzar lo que ha sido el fascismo, han sido 40 años, miles de muertos, y he dado el último abrazo a muchos. Todo el mundo tiene derecho a defender sus ideas, pero eso podría afectar hasta a ETA, y no. Hay límites y el Estado tiene derecho a defenderse.

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