Cofradías

¿Marginan las Reglas de los Gitanos a los hermanos payos?

El proyecto de Reglas de la corporación consagra la prevalencia de los hermanos de raza calé para ostentar un cargo tan representativo como el de hermano mayor

el 19 feb 2013 / 21:33 h.

El debate está servido. ¿Pueden las Reglas de una hermandad consagrar, negro sobre blanco, la prevalencia de una raza sobre otras para ostentar un cargo tan simbólico y representativo como es el de hermano mayor de una cofradía? Pues aunque resulte difícil digerirlo, la opinión de los juristas es que, canónicamente, no habría ninguna objeción para ello.

La pregunta arriba lanzada viene a colación del proyecto de reforma de reglas aprobado recientemente por el cabildo de oficiales de la hermandad de Los Gitanos, cuya elaboración ha sido fruto del trabajo realizado durante los últimos 16 meses por una comisión. Dicho proyecto, al que ha tenido acceso este periódico, establece en su artículo 121 que "por amor y deferencia a nuestros hermanos fundadores, respeto a nuestra costumbre, como reconocimiento a la importancia que el colectivo de hermanos gitanos ha tenido y tiene a lo largo de la historia de nuestra corporación, como medio de mantener el carácter que le es propio y la caracteriza, así como para el mejor desempeño de su fin de profundizar en la evangelización del colectivo gitano, el hermano mayor de la Hermandad deberá tener la condición de hermano gitano mientras sea posible", para a continuación precisar: "Se entenderá que es posible siempre que un hermano gitano reúna los avales necesarios para la presentación de su candidatura de conformidad con lo establecido en el artículo 124".

Con la coletilla de "mientras sea posible", esta reforma de Reglas, la primera que aborda la hermandad tras la promulgación de las Normas Diocesanas para Hermandades y Cofradías de diciembre de 1997, avanza en realidad hacia una "fórmula mixta" en la redacción de esta histórica prebenda de los hermanos de raza gitana sobre el resto, ya que las Reglas vigentes, aprobadas en 1986, dictaminan que "el cargo de hermano mayor lo ostentará siempre un hermano gitano", sin hacer referencia a otras posibilidades.

Carlos de Paz, teniente de hermano mayor de la corporación y miembro de la comisión redactora del proyecto de reforma de Reglas, defiende la validez jurídica de esta nueva formulación con la que se pretende que la hermandad siga conservando una costumbre que forma parte de su "esencia" desde los primeros momentos de su fundación, cual es la de que un cargo tan "simbólico y representativo" como el de hermano mayor recaiga en un hermano gitano.

De Paz entiende que a la redacción de este delicado artículo "no se le puede poner ningún reproche jurídico", toda vez que, según entiende, introduce una "discriminación positiva", realidad presente hoy día en todas las parcelas de la sociedad. Sin ir más lejos, explica, la propia Comunidad Europea ha establecido normas para que en los consejos de administración de las empresas exista un mínimo de mujeres con el objetivo de potenciar la posición de la mujer en una situación de desigualdad.

De igual opinión es el abogado Joaquín Moeckel, quien separa claramente el ámbito de las leyes civiles de las eclesiásticas. "La Constitución Española sí que obliga a la igualdad, pero el Código de Cerecho Canónico no sólo no obliga sino que permite la discriminación, razón por la que yo, por ejemplo, no podría ingresar en las Hermanas de la Cruz". El exhermano mayor del Baratillo señala que "canónicamente no hay objeción" a que las Reglas de Los Gitanos consagren esta distinción en favor de la comunidad gitana toda vez que "la costumbre, el derecho consuetudinario, es fuente del ordenamiento jurídico canónico".

Desde hace varias décadas, los hermanos gitanos son minoría en la nómina de una hermandad compuesta actualmente por más de 6.000 hermanos. Aun así, y a la espera de que los hermanos puedan presentar hasta el próximo 15 de marzo las enmiendas que estimen convenientes, jamás se han oído voces disonantes en el seno de la propia corporación en contra de este privilegio hacia la comunidad de hermanos gitanos. Más aún, apunta De Paz, cuando "esa discriminación positiva sirve además de herramienta pastoral para la ingente tarea que realiza la hermandad en pro de la evangelización de la comunidad gitana", frente a realidades como la Iglesia Evangélica.

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