Cultura

María Cañas convierte Santa Lucía en un teatro de fuego

Caníbal audiovisual, comisaria, coleccionista compulsiva y archivera. María Cañas (Sevilla, 1972) ha luchado por conseguir una distinción que le ha "cambiado la vida". Así de tajante se expresa ante la gran videoinstalación con la que mañana abre las puertas el espacio Iniciarte, en la Iglesia de Santa Lucía.

el 14 sep 2009 / 20:26 h.

Caníbal audiovisual, comisaria, coleccionista compulsiva y archivera. María Cañas (Sevilla, 1972) ha luchado por conseguir una distinción que le ha "cambiado la vida". Así de tajante se expresa ante la gran videoinstalación con la que mañana abre las puertas el espacio Iniciarte, en la recuperada Iglesia de Santa Lucía.

No lo intentó una, sino hasta tres veces. Quien la sigue la consigue debió pensar la impulsiva creadora. Al final, el mérito y las flores son para ella. La Consejería de Cultura seleccionó su trabajo para que fuera el primero en mostrarse en la céntrica Santa Lucía, antiguo templo reconvertido en la primera sala permanente de arte emergente de Andalucía, iniciativa que ha supuesto una inversión de más de seis millones de euros y dos años de trabajo.

Para su apertura, a Cañas le "cayó del cielo" el encargo de preparar un montaje acorde con su estética y con el fasto que representa toda inauguración. "Las ideas bullían en mi cabeza, reuní a mi equipo de trabajo y poco a poco fui gestando el proyecto final", dice. Que no es otro que Kiss the fire (Besa el fuego), una "potente video-instalación" en la que la artista sintetiza y fagocita todos sus iconos y mitos.

Para explicarla, la creadora alude a su pasión por el barroco y el cine. "Soy una accionista de Hollywood, devoro todo el cine clásico, y me encanta el carácter de dramón que tenían aquellas historias", explica apuntando por donde van los tiros de su nueva obra, "un teatro lleno de referencias y plagado de fuego".

Pero Kiss the fire es mucho más que una exposición, "es un ambiente, una densa atmósfera en la que todos están invitados a integrarse". Y es que, María Cañas ha trabajado también con tres músicos para la composición de una banda sonora "turbia y oscura", un telón de fondo para una gran sala en la que se proyectan vídeos rodados en distintas partes del mundo, de Sevilla a Nueva York haciendo escala en Shangai. "Creo, sólo creo, que lo que he tratado de narrar es un recorrido por el amor y el desamor a través del cine", arguye estirando un poco más sus argumentos.

Vivir del arte.

Gran parte de la felicidad que embriaga a María Cañas en estos días no sólo proviene del flamante trabajo que mañana inaugura, sino también del galardón Iniciarte. "Creo que estoy empezando a vivir del arte, nunca me gustó afrontar la creación como una forma de ocio", sentencia.

Ajena a la abstracción y a los postulados más conceptuales, a la artista, que ataca el vídeo, la fotografía, el collage y las instalaciones con igual ferocidad, le gusta situarse en un terreno "imprevisible y canalla". Así lo hizo en La cosa nuestra, donde ponía del revés los cánones de la tauromaquia y en El perfecto cerdo, metáfora de la sociedad de consumo. "Si es que en el fondo, mi gran sueño sería dirigir una película", admite. ¿Al estilo esquizofrénico de David Lynch? "No, mejor como Orson Welles, para eso soy una clásica".

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