"Son las seis y media de la mañana", dice contrariada pero con dulzura la bailaora sevillana María Pagés. Le acaba de sonar el móvil a mediodía en España, pero es que resulta que ella está trabajando en Bogotá...
"¿Qué llamas por lo del flamenco? Mira, te mando unas reflexiones que he escrito y divulgado a algunos amigos", dice con voz cansada. Hélas aquí:
"Ya sabemos que todo esto es añadir nombre y apellidos al Flamenco, que por derecho propio ya era Patrimonio de la Humanidad. Pero es verdad que una cosa es saberlo y otra que sea reconocido y anunciado ante el mundo. Muchas personas que conozco de muy diferente origen se han volcado y celebran la noticia con gran entusiasmo (parece que hemos ganado otro mundial...).
Pero así funciona la Humanidad y, queramos o no, tenemos que participar y entrar en esa dinámica y apoyar y también celebrar la noticia. No sé si a nuestros Maestros Flamencos antepasados se les planteó la cuestión que tanto hemos debatido estos últimos cinco años; me imagino que no y ni falta que haría. A ellos va dedicado este reconocimiento, a ellos que hicieron posible que hoy el Flamenco sea y sea posible como es".
Antes de colgar, le preguntamos por el anuncio de Griñán de llevar el flamenco a los centros del saber. Y responde lúcida y poética: "Es fundamental cultivar las emociones de lo jondo desde la educación y desde la base, desde los más pequeños a los adultos". "Siempre he dicho que el flamenco debe entrar en la educación a nivel general".
