Cultura

Mariscal: «En el toreo todo es auténtico. Podemos morirnos de verdad»

el 26 ago 2010 / 19:38 h.

El banderillero sevillano permanece ingresado en la Clínica Sagrado Corazón. El alta aún está lejana.

-Torero, las cosas empiezan a enderezarse después de la incertidumbre y los temores de los primeros días...
-Sí, afortunadamente noto la mejoría día a día y aunque todavía tengo la pierna muy hinchada, los mareos están pasando y ya me mantengo mejor. Aún no puedo ponerme de pie, pero ése es el objetivo inmediato de los médicos, con la ayuda de un andador.


-¿En qué estado está la pierna?

-Lo que más me preocupa es la movilidad de los dedos de los pies, pero lo importante es que tengo sensibilidad, aunque en algunos sitios noto un hormigueo extraño y en otros parece que me estén quemando. Tengo parte de las heridas abiertas, es como una ventana de 10 por 15 centímetros para paliar la presión que tenía en el muslo. Los médicos decidieron dejarlo así después de la segunda intervención.


-Todos tenemos en mente las imágenes de la tremenda cogida. ¿Fue consciente de la extrema gravedad del percance?
-Aunque sentí un dolor fortísimo que no había experimentado en otras ocasiones, no podía pensar que la cornada fuera tan grave, ni siquiera cuando me trasladaban a la enfermería sangrando. Sólo cuando me desperté el lunes me di cuenta de que aquello no era nada normal. Cuando me cogió el toro sólo intentaba taponar las heridas para que dejara de salir sangre, pero aquello era imposible. Sentí mucha alegría cuando vi la puerta de la enfermería tan cerca. Fue una suerte que cambiaran su ubicación hace dos años.


-Es que no se trata de una herida normal, tenía usted cinco orificios en el muslo...
-Todavía no me explico cómo, en tan poco tiempo, pudo entrar y salir el pitón tantas veces, causando tantos destrozos. En algunas imágenes y grabaciones he podido ver cómo me agarra, cómo me hiere en distintas partes del muslo.


-Y todavía hay quien dice que la fiesta es una pantomima y que los toros son gatitos domésticos.
-Esto es auténtico, es de verdad quieran lo que quieran vender sobre el afeitado, sobre los toros drogados y todas esas tonterías. Esto es puro, te puedes dejar la vida de verdad. Han caído muchos toreros y seguirán cayendo. En los últimos años se ha subido la raza y la movilidad del toro, y eso se está notando ahora. A mí nunca me había agarrado un toro en banderillas; tuvo que ser éste, que me ha hecho tanto daño.


-Los toreros buscáis una explicación a la cornada: ¿Se equivocó el toro?

-Siempre nos equivocamos nosotros. Le di demasiadas ventajas... El toro había cambiado su viaje, había vuelto la cara después de distraerse con algo en las tablas. Quise evitar un nuevo capotazo, hacer las cosas bien, y arranqué para entrarle por el otro pitón. Pero el toro me acabó ganando la acción y no pude salir de la cara. Después todo sucedió en unos segundos que me parecieron eternos: me cogió de lleno y giré en el pitón. En el toreo, las cosas se definen en milésimas de segundo y puedes acertar o no.

-El toro era un tío. Es la corrida más tremenda que se ha lidiado este año en Sevilla.

-Sí, cuando vi desembarcar a los toros me sorprendió su seriedad. El toro que me hirió me había impresionado por la mañana, era el más fuerte del encierro, el más astifino y cuajado.

-¿Ya hay una fecha estimada para volver a casa?

-No tengo ni idea. No sé cuándo podré volver. Antes tengo que ponerme de pie, aunque los médicos están hablando de que pueda marcharme con la herida abierta. Todo depende de los dolores, de los resultados que vayan arrojando los análisis, del efecto que vayan haciendo los medicamentos...

-Cuando pasan cosas así, el toreo sabe reaccionar como una gran familia unida.

-Es verdad, me han llamado desde todas partes: amigos, compañeros, toreros retirados y en activo... ha sido impresionante.

-Después de percance, Ramón Vila comentaba que nunca se había encontrado con heridas de esa magnitud.

-Él mismo me dijo que en 30 años al frente de la enfermería de la plaza de la Maestranza era la cornada más difícil que se había encontrado. Ha habido otras mortales, compañeros como Montoliú o Soto Vargas que se quedaron en el quirófano, pero ésta es la que más dificultades presentó para operar, la más complicada con vistas a resolver los daños que había causado en los músculos y las venas.

-¿Cuándo se despertó usted?

-Me han contado que quise incorporarme en la mesa de operaciones de la enfermería cuando terminó la primera intervención. Tengo algún recuerdo vago de mi llegada a la Clínica Sagrado Corazón, de cuando me vi en la UCI y escuché a Ramón Vila diciendo que había que volver a operar, pero no recuperé por completo la consciencia hasta tres días después. En realidad, sólo tengo ráfagas de las cosas. Hasta que no me han trasladado a la habitación no me he ubicado por completo.

-La recuperación será larga...
-Lo sé, pero la voy a afrontar con todo el ánimo del mundo. Desde que me di cuenta de la gravedad de este percance asumí que había que tener mucha paciencia. Soy una persona muy constante y trabajadora y no me preocupa el tiempo que me cueste, me preocupan las secuelas. No tengo prisa por reaparecer, pero cuando lo haga quiero ser el mismo que era: quiero volver a ponerme muy derecho en los medios de la Maestranza y entonces volveré a citar al toro...

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