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Marta mártir

Mamá tengo frío. He ido a hablar con Miguel un rato, porque me han dicho que está hablando de mi, diciendo cosas muy feas, y yo no lo puedo resistir, porque en la vida hay que comportarse como personas...

el 15 sep 2009 / 22:44 h.

Mamá tengo frío. He ido a hablar con Miguel un rato, porque me han dicho que está hablando de mi, diciendo cosas muy feas, y yo no lo puedo resistir, porque en la vida hay que comportarse como personas, eso que se decía antes que había que comportarse como hombres, pero yo no soy hombre, mamá, soy persona, y no puedo aguantar que éste se meta conmigo y diga cosas que no he hecho nunca con él ni con nadie, de verdad, mamá, no te preocupes, que no tardo nada, que es sólo explicarle, como hombre, que no se puede comportar como si no fuera hombre, Mamá, no te preocupes, que vuelvo pronto, pero que las personas somos educadas y sabemos hablar, y, tal como te lo digo, Miguel, que no quiero que digas de mí cosas que no han sido, que tu ya tienes tu novia y que lo que fuimos está olvidado, que no hay más historia, Miguel, que? ay, no con el cenicero, no me pegues, por favor, por lo que ha sido, Miguel?.

Hace frío en el agua, después de la silla de ruedas, después del golpe con el cenicero, después de la cobardía de pegarme porque eres más fuerte, después de la cobardía de hablar conmigo teniendo novia, pero yo era fuerte, Miguel, hasta que me ganaste con la única fuerza con la que podrías ganarme: la fuerza de la fuerza, la fuerza del cenicero, la fuerza de la cobardía, la fuerza que nunca que te han enseñado a usar, pero que me has arrebatado, sólo con la fuerza que no se debe usar contra las personas, la fuerza que no te han enseñado a enseñar, la fuerza de los cobardes. Mamá, tengo frío en el agua, mamá, no puedo gritar más porque no me sale la voz, mamá Miguel me ha quitado lo que más quería, y siempre me habían enseñado que no debía tener miedo, que ya se había acabado el tiempo en el que los hombres-animales pegaban a las mujeres, que ya éramos iguales, que en la clase estudiábamos juntos, que teníamos los mismos intereses, que hombres y mujeres éramos iguales, que no eran más ellos que nosotras, que podíamos salir juntos, pero éramos iguales. Aunque a ellos les gustaban más los coches que los vestidos. Mamá, tengo frío. Bajo el agua del Guadalquivir, entre orilla y orilla, aguas que inundan los naranjos del Aljarafe bajo, aguas que ensucian las orillas de cañas de Tablada, pasando por debajo del puente de San Juan, Mamá, tengo frío, se ha hecho de noche y no entiendo por qué los hombres pegan a las mujeres, no entiendo tantos años después de tanto escuchar los mensajes, que tuviéramos que pasear de noche con miedo. Mamá, tengo frío, en las aguas de la opresión que me habían dicho que se iba a acabar, en las aguas negras del Guadalquivir. Mamá, no te preocupes, yo esperaré aquí, en el frío del agua a que se acabe esta pelea que no entendemos en la que las mujeres siempre perdemos, golpe a golpe, tantos años después. Que pasa, mamá, que todavía los hombres nos pegan a las mujeres. Mamá, tantos años, y espero ser la ultima. Mamá, tengo frío, pero no dejes que sigan temiendo las mujeres, tanto tiempo después, que en una calle oscura, en un rincón de la vida, con un cenicero, nos tiren al agua de la nada.

Consultor de comunicación. isidro@cuberos.com

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