Cultura

Martín Garzo: «La única muerte es dejar de desear»

El escritor vallisoletano conquistó el premio Ciudad de Torrevieja con ‘Tan cerca del aire’, una novela en la que se dan cita la fantasía, el amor y el drama

el 18 dic 2010 / 20:46 h.

gustavo Martín Garzo.
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-¿Es usted la prueba de que se pueden escribir cuentos de hadas para adultos?

-Algo así es lo que hago, en el fondo, porque creo que el mundo de los cuentos no es privativo de los niños. La fantasía es un mundo al que no debemos renunciar. C. S. Lewis, que ahora está tan de moda con las Crónicas de Narnia, decía que celebrar el haber perdido el gusto por la fantasía es como celebrar que vamos perdiendo el pelo, o que nuestra dentadura no es lo que era. Uno tiene que celebrar lo que gana. Y la fantasía es importante porque tiene que ver con nuestros deseos.

-De hecho, en Tan cerca del aire hay un gran protagonismo del deseo, de la humana necesidad de desear...

-El deseo es la clave de todo, y te lleva siempre a fabular. Te crea expectativas, te hace esperar, imaginar... El deseo es la vida, y uno sólo muere cuando deja de desear. Es el sueño, la imaginación, también la transformación de una necesidad fisiológica, como la sexual, en amor, que está hecho de palabras. Ahí está el Cantar de los cantares, donde dos amantes se encuentran y, además de acariciarse, no paran de hablar... En el lecho de los amantes los cuerpos se transforman constantemente, ese mundo es también el de las transformaciones...   

-Pero en sus narraciones siempre hay elementos inquietantes, que hacen pensar en las transformaciones de Kafka más que en cuentos infantiles.

-Sin duda, para muchos Kafka es el último gran autor de cuentos de hadas. Hay una paradoja, por ejemplo, en el escarabajo de La metamorfosis, que en el fondo está muy feliz; su angustia procede del exterior, de su relación con los demás, que no pueden aceptarlo. El de mis libros parece a veces un mundo idealizado, lleno de luz, pero a la vez entra la oscuridad: la del corazón de los hombres. Y esta es una novela en el fondo dolorosa, que habla de la pérdida, de los sueños que no podemos cumplir... Supongo que las grandes historias aspiran a dar cuenta de la totalidad de lo que somos, por eso no sólo puedo hablar de la belleza, tiene que haber desdicha también.

-Le pregunto por dos maestros en los que es fácil pensar leyendo sus libros. Uno, por la mirada sobre la naturaleza, es Miguel Delibes...

-Delibes es un autor muy importante, muy cercano, al que frecuenté en persona y al que leí desde niño. Era un vecino y un grandísimo escritor, del que siempre me ha impresionado esa prosa perfecta que logra traer las cosas con sólo nombrarlas. Pero su mundo, salvo en Las ratas, no tiene tanto que ver con el de mis libros. Estoy más cerca de, por ejemplo, Ana María Matute.

-Era el segundo nombre que iba a proponerle.

-Es una gran fabuladora, como Cunqueiro, como Perucho. En la literatura española la fabulación no ha abundado mucho, porque viene más de la novela picaresca que de Cervantes, lo que considero un error. Ese límite casi imperceptible entre ficción y realidad es el espacio en el que se desarrolla su mundo, y el mío también.

-El premio Cervantes que le han dado este año, ¿lo sintió como un reconocimiento a la literatura que usted hace?

-Sí, completamente. Y ha tardado en llegarle, ¿eh? La suya es una prosa en muchos momentos deslumbrante, pero muy contradictoria también entre la luz y la oscuridad, el bien y el mal, el candor y la perversidad. Recuerda a esa idea de que los grandes narradores son perversos con el corazón candoroso.   

-Si uno repasa los cuentos infantiles, están llenos de atrocidades y crueldad, ¿no?

-En efecto, hay una idea bastante errónea alrededor de los cuentos. Chesterton, cuando le reprochaban que se ocupara de ellos, replicaba que los cuentos de hadas son la verdadera literatura realista. ¿Y cómo es eso? Pues añadía que, el que quiera saber cómo es el corazón de un niño, debe asomarse a esas historias: ahí están sus miedos, sus sueños, por eso les atraen tanto.

-¿Y qué opina de los índices de lectura infantil y juvenil?

-Se lee más que nunca, pero me temo que no se corresponde con lectores exactamente de literatura. El libro se ha transformado en un objeto de consumo, y conste que no tengo nada contra el entretenimiento. Pienso que la gran literatura debe aspirar a entretener y a hacer feliz a la gente, pero también cuestionar el mundo, preguntarnos qué le falta. Por otro lado, el buen libro empieza a vivir cuando dejamos de leer, cuando pervive en nuestra memoria porque ha tocado algo decisivo. Pero la buena literatura, me temo, siempre será minoritaria. Ojalá me equivoque.

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