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Marvel a través del objetivo

La propuesta era revolucionaria, repasar los grandes acontecimientos que dieron origen al Universo Marvel desde la óptica de un hombre de a pie. El resultado, uno de los mejores cómics que la editorial publicón en los 90, el 'Coleccionable Marvel Héroes v.17: Marvels.

el 12 may 2011 / 15:06 h.

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Alex Ross marca la diferencia en unos dibujos cercanos al hiperrealismo.

Era una de esas ideas que años antes no habría encontrado sitio en ninguna editorial. Pero si de algo habían servido los ochenta era para demostrar que los lectores de siempre, aquellos que habían seguido las aventuras del Capitán América, Spiderman, los 4 Fantásticos o la Patrulla X desde sus comienzos, estaban preparados para abrazar algo diferente a la ya por entonces inexpugnable continuidad mensual. Pero lo que también conseguían títulos como El regreso del señor de la noche o Watchmen era abrir las puertas del cómic a un tipo de lector diferente, más adulto y menos preocupado por los avatares de unos tipos enfundados en mallas. Y en este caldo de cultivo tan adecuado es donde veía la luz, en el primer lustro de los noventa una obra que, a lo largo de los años, ha sido imitada hasta la saciedad.

Lo que Marvels ofreció en su momento, y sigue haciendo a cualquiera que se asome a ella, era algo diferente, tan diferente que, por mucho que los superhéroes aparecieran por sus páginas, lo realmente importante aquí eran las reacciones de la gente de la calle ante el despertar del Universo Marvel tal y cómo hoy lo conocemos, encarnada aquella en la voz y el rostro de Phil Sheldon, un fotográfo que será observador de lujo en el transcurrir de los acontecimientos más importantes que llevaron a La Casa de las Ideas a ser lo que es hoy en día.

Con un magnífico escrito por un Kurt Busiek que siempre ha demostrado ser una biblioteca andante en lo que a historiografía de la Marvel se refiere, Marvels arranca así en su primer número ofreciéndonos el amanecer de los héroes en la década de los treinta, abarcando en él la aparición de personajes como la Antorcha Humana original, Namor o el Capitán América. Tras cuarenta y ocho páginas asombrosas, Busiek da un salto temporal de cara al segundo número de los cuatro que componen la colección para situarnos en los años sesenta, momento de verdadera eclosión de la Marvel gracias a Stan Lee y Jack Kirby y época en la que nacen la práctica totalidad de los superhéroes que hoy conocemos. Manteniendo siempre la presencia de los mismos como mecanismo silente que hace avanzar la acción, lo que Busiek nos ofrece a partir de ese segundo número y hasta el final es un análisis tremendamente humano de lo que podría suponer encontrarse con un grupo de chavales mutantes, presenciar la llegada de un ser gigantesco que viene a devorar el mundo o asistir impávidos a la muerte de una preciosa joven a manos de un psicópata disfrazado de verde, concretando Busiek el que, casi sin duda, sigue siendo su mejor trabajo.

Pero Marvels no habría sido lo mismo (como después han demostrado las muchas copias que se han hecho de ella) si su dibujante hubiera sido otro que Alex Ross, que daba un paso de gigante para establecerse de la noche a la mañana como una auténtica estrella del panorama americano gracias a un dibujo de tendencia hiperrealista que, qué duda cabe, acercaba aún más al lector esa sensación que ya desde el guión se transmitía de manera clara: el estar asistiendo en persona al alumbramiento de un coloso llamado Marvel Comics .

Publica Panini en un libro cartoné de 208 páginas por 9,99 euros.

 

 

 

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