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Más allá de las elecciones andaluzas

Opinan AntonioAndrades, FranciscoVelasco, José Gutiérrez, José Luis Suárez, Mª Jesús Reina, Miguel ÁngelSantos, Sebastián Gamero y Francisco Gabriel Montoro.

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Resulta evidente que las próximas elecciones andaluzas se van a desarrollar en un marco social y político que las hace diferentes a todas las celebradas hasta ahora.

Por un lado, se medirá la influencia del PP, tras haber ganado las últimas elecciones municipales, autonómicas y generales por amplia mayoría. Por otro lado, está la situación en la que se encuentra el PSOE que, por primera vez, se presenta a unas elecciones andaluzas inmerso en una importante crisis orgánica y con su credibilidad política bastante mermada por la forma en la que el Gobierno de Zapatero gestionó la crisis económica. A esto se le une el deterioro inevitable de haber gobernado la comunidad autónoma durante 30 años de forma ininterrumpida.

No obstante, el PP no puede disimular su inquietud por tener que afrontar antes de las elecciones el desgaste de su agresiva reforma laboral, la cual ha tenido que anticipar ante la presión de los mercados y los gobiernos de Alemania y Francia. Una reforma que ha limitado las conquistas sociolaborales de los trabajadores conseguidas a lo largo de los últimos treinta años. Se le suma, además, la creciente opinión de los ciudadanos, que consideran que el Gobierno de Rajoy después de las elecciones andaluzas, vía Presupuesto, continuará con los recortes sociales, las medidas de austeridad y recortes salariales en las administraciones públicas y la privatización de servicios públicos básicos.

En el caso de IU, continúa planeando la duda de si, llegado el momento, mostrarían su disponibilidad a formar gobierno con el PSOE en el supuesto que el PP no obtuviera mayoría absoluta, o por el contrario permitiría que gobernase la derecha, como ya lo hizo esta formación en Extremadura. Las declaraciones de Sánchez Gordillo, candidato por Sevilla, señalando que "él siempre sería contrario a un pacto con el PSOE", avalan aún más esta tesis. Esta falta de concreción le resta credibilidad y puede influir de forma negativa en sus expectativas electorales, por lo que ahora, tras dichas declaraciones, deberían esforzarse más que nunca en despejar cuanto antes su posición al respecto.

De forma previa a las elecciones, queremos desmontar esa especie de idea-trampa que, de forma miope y bastante simplista, se lanza interesadamente desde algunos sectores, al afirmar que todos los partidos son iguales y, por lo tanto, da igual a quien se vote. No cabe duda de que en el terreno electoral esta afirmación siempre ha beneficiado a la derecha.

En las próximas elecciones nuestra apuesta va dirigida a favorecer una amplia participación electoral de la ciudadanía y al apoyo a las fuerzas políticas de izquierda, ya que aunque el resultado electoral no vaya a cambiar en lo fundamental la correlación de fuerzas establecidas a partir del 20 de noviembre, ni la hegemonía política-ideológica que aplica la derecha conservadora que gobierna el país, ha de constituir, en este caso en clave electoral, la continuidad de la recién iniciada respuesta ciudadana a la agresiva política proyectada por el PP en el conjunto del Estado.

No obstante, más allá de las elecciones andaluzas, y para cambiar el actual estado de cosas, se hace necesario trabajar, a medio plazo, por la unidad de las fuerzas de izquierda y de progreso, creando las condiciones para una sólida alternativa política y social con garantía de futuro. Sólo así será posible inclinar la balanza hacia el lado de los derechos de los trabajadores, el estado del bienestar y el fortalecimiento de la democracia.

Las medidas económicas y antisociales que imponen el neoliberalismo y las políticas ultraconservadoras del PP van a abrir un nuevo ciclo histórico en relación a los derechos sociales y democráticos de la ciudadanía que obligará a buscar nuevos cauces de organización y participación de la sociedad. La izquierda y las fuerzas progresistas, sin excepción, deberán repensar muchos aspectos de su estrategia y reformar ampliamente sus estructuras de funcionamiento interno. Una de las primeras cuestiones a tener en cuenta sería la imperiosa necesidad de que algunos abandonen la idea de querer monopolizar en exclusiva el espacio de la izquierda y asuman decididamente que la tarea que tenemos por delante es tan ingente que, sin la unidad de todos, no será posible avanzar.

Asimismo, constituye un reto inaplazable del conjunto de la izquierda el recuperar los valores y principios éticos en el desarrollo de la lucha política y social que históricamente la ha caracterizado. Cada vez son más los ciudadanos que se distancian de la política y de los partidos de izquierda al identificarlos con la corrupción, el nepotismo, el clientelismo, la profesionalización de la política y la lucha por el poder. A esto se le une la imagen de muchos dirigentes políticos, que parecen más preocupados por sus propios intereses que por defender los intereses de los ciudadanos a los que aspiran a representar.

En estos momentos urge la necesidad de trabajar por una amplia convergencia ciudadana que abandere, bajo un programa común y con líderes de reconocido prestigio social y político, los cambios sociales que la situación actual y futura van a demandar. El proceso social que se ha abierto en nuestro país con los recortes sociales y laborales, que ya han alcanzado a colectivos profesionales que hasta el momento no se habían visto perjudicados, generará una mayor conflictividad social que determinará la búsqueda de una salida social y progresista a la crisis económica y a las políticas impuestas por el capital financiero y especulativo.

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