A finales del siglo XIII, el veneciano Marco Polo llegó a Asia por Mongolia y permaneció diecisiete años al servicio del Gran Kan Kubilai de China, para posteriormente volver y contar las excelencias del País Celeste. En la Expo, siete siglos después, el siempre enigmático pueblo chino hizo el camino a la inversa para estar en la muestra de países más grande de todos los tiempos.