Rafael Campos cumplió 45 años el pasado mes de agosto. Divorciado y con dos hijos, este hombre ha dedicado toda su vida a la hostelería. "Le encantaba su trabajo y era un gran cocinero", decían ayer algunas de sus amistades, que aún no podían dar crédito a lo que había ocurrido.
Era un trabajador nato que hasta hace poco regentó el bar Las Maravillas de la calle Luis Montoto, justo frente al templete de la Cruz del Campo. Sin embargo, se tuvo que marchar de allí porque las obras del carril bici hicieron que fuera perdiendo clientela, explicaban ayer algunas amistades. Eso hizo que en septiembre lograra el traspaso del bar Ruiseñor, un local que lleva muchos años funcionando en el barrio de Los Pajaritos y que él conocía como vecino de la cercana barriada de Madre de Dios, donde residía. "Le gustaba ese bar porque tiene una terraza amplia y él tenía muchas ganas de tener veladores en la calle, porque en el otro bar no podía", aseguraba una amiga.
Sólo tuvo tres meses para disfrutar su nuevo negocio que, según algunos vecinos, le había endeudado. Pero estos escasos 90 días le habían servido para ganarse una clientela importante. Muchos vecinos y comerciantes de la zona acudían cada día a desayunar en su bar, al igual que los trabajadores de Mercasevilla y Tussam, que no quedan muy lejos de la calle Gorrión.
Sus vecinos le recordaban ayer como "una bellísima persona" y se estremecían cuando recordaban que el día antes de su muerte, en una conversación en la que comentaban la inseguridad en el barrio, él les dijo: "Aquí te cortan el cuello por 20 euros".
