Los guisos empiezan a hervir bien temprano en los fogones de los Servicios Sociales de San Juan de Dios en la calle Misericordia. Dios también está entre los pucheros, decía Santa Teresa. Es sábado y amén del almuerzo diario para los usuarios del comedor, ya hay que ir preparando el menú especial navideño que se les servirá el día 31 de diciembre. Ensaladas de judías verdes y tomates, potaje de garbanzos, croquetas y palitos de merluza y natillas es el variado menú que ayer degustaron los usuarios acogidos al programa de alimentación que desde octubre de 2010 presta la Orden de San Juan de Dios en pleno centro de la ciudad a personas en riesgo de exclusión social. Cada día atendemos a una media de 150 comensales, pero los sábados no sobrepasan las 80 personas, asegura Ana Morilla, la trabajadora social del centro. Aprovechan que los sábados, y sobre todo en estas fechas, el centro está lleno de gente para ganarse la vida vendiendo abalorios, haciendo mimo, tocando algún instrumento o cantando, o ejerciendo de aparcacoches para así sacarse un dinerito. De enero a noviembre, los 44 asientos de que dispone el comedor han sido ocupados por 28.009 comensales de 54 nacionalidades diferentes y cuando finalice este año serán más de 30.000 comidas las que se habrán servido en sus instalaciones. La mayoría de los usuarios del programa de alimentación (el 75%) son hombres, aunque desgraciadamente, advierte la trabajadora social, cada vez son más las familias completas, con niños o personas mayores a su cargo, que contaban con un trabajo estable y que acuden al centro en busca de ayuda después de agotar las prestaciones por desempleo y todos los recursos familiares. El centro también atiende a estas familias con menores o mayores a su cargo con la entrega periódica de carros de alimentos. De enero a noviembre se han repartido 1.469 lotes alimentos, cada uno de ellos compuesto por 37,7 kilos de productos. Éste no es un comedor de puertas abiertas, advierte el hermano José Miguel Valdés. El modelo asistencial de la Orden prima la atención integral a las personas, de ahí que en este centro no se limiten sólo a llenar el estómago del hambriento. Más allá de cubrir sus necesidades básicas a través de los alimentos, la ropa y el calzado, los Servivicios Sociales de la Orden persiguen conocer las circunstanias que han empujado a las personas a esta situació de exclusión y, a la vez, promocionar su inserción sociolaboral. De ahí que a todo usuario le sea obligatorio pasar una entrevista con la trabajadora social del centro en la que, además de proveerle de un carné, se le asigne a uno o varios de los cuatro programas que presta el centro: alimentación, higiene, servicio bucodental gratuito (posible gracias a la labor voluntaria de un profesional) y de atención social, donde las personas en riesgo de exclusión son auxiliadas en tareas como la tramitación de prestaciones o pensiones, alojamientos, ingresos en centros de rehabilitacion y residencias, empadronamientos, asesoramiento legal y un largo etcétera. La labor de los Servicios Sociales de San Jua de Dios no sería posible sin el apoyo económico de la Asociación Tú Sí Puedes, fundada precisamente para paliar el déficit asistencial a personas sin hogar y en riesgo de exclusión social, y la colaboración de las administraciones. Instituciones como el Banco de Alimentos, Mercasevilla, Cruz Roja, Cáritas, el laboratorio municipal y Mariscos González realizan las imprescindibles aportaciones en especie para mantener en funcionamiento este comedor, al que la hermandad de Los Panaderos le surte diariamente del pan que se consume en los almuerzos. Ana, la trabajadora social, no ve luz al final del túnel. Pensaba que la situación se estaba solucionando, pero la realidad te demuestra día a día que las cosas van a peor. El hermano José Miguel Valdés alumbra una realidad de esta crisis: Cada vez hay pobres más pobres y ricos más ricos. Y Dios, entre los pucheros.