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Más madera: Es el momento de regenerar la selección

La selección española sufre su derrota más dura de la era del Bosque en la final de la Copa Confederaciones. Neymar lideró a una selección de Brasil que fue muy superior (3-0)

el 01 jul 2013 / 01:52 h.

espana-brasil-06 Casillas encaja el primer gol. España cayó doblegada con todas las de la ley por una correosa Brasil que afrontó la final de Maracaná con unas dosis de intensidad muy superiores a las nuestras. Y eso que los de Del Bosque debían estar avisados, pues la verde-amarelha de Felipao no engaña a nadie: salen a tope de revoluciones, con una presión desmedida, y arriba dependen de la calidad de Neymar para sentenciar. Al minuto ya ganaban los pentacampeones del mundo, que por muy venidos a menos que estén (22º del Ranking FIFA, seguramente la peor clasificación de su historia) jugaban en Maracaná y tenían a todo el país detrás. En Brasil el fútbol es algo más que una religión, y la fe con la que salieron anoche sus jugadores al campo muy pronto les dio frutos. Fred (2’) marcó el 1-0 desde el suelo, ante las indecisiones en cadena de Arbeloa, Piqué y Casillas, que pese a meter una buena mano ante Fred cargó ayer de razones a Mourinho en una noche que tardará en olvidar. Los brasileños llegaban antes a todos los balones divididos, fruto de esa mayor intensidad y ambición, y para colmo Pedro pareció emular a Cardeñosa en la mejor ocasión española del partido: tuvo el empate en sus botas pero tras superar la salida del portero, David Luiz sacó el 1-1 bajo palos como hiciera Amaral ante el Flaco en Argentina 78. No era la noche de la Roja, lo que aprovechó Neymar para anotar el 2-0 acto seguido gracias a otro boquete que había dejado Arbeloa y que casi le cuesta el flequillo a Casillas. Nada más empezar la segunda parte –ya sin Arbeloa, que firmó su sentencia– Fred hizo el 3-0, también por la zona del lateral diestro. Luego salió Navas y al instante provocó un penalti que Ramos tiró fuera. No salía nada. Brasil nos dio un soberano repaso en la final de la Confereaciones y Del Bosque tiene la excusa perfecta  para acometer la profunda renovación que él debe ser el primero en saber que hace falta. El año que viene, para el Mundial, no podemos ir con los mismos. Es el momento de regenerar.

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