Cultura

Más que Panseco, don José Cortés fue 'panmojao' en vino de solera

El maestro gaditano estuvo arropado por los buenos aficionados y dos toreros de arte.

el 28 sep 2012 / 23:41 h.

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Teatro Lope de Vega de Sevilla. Mis bodas de oro con el cante. Artista invitado: José Cortés Pansequito. Guitarras: Antonio Higuero y Manuel Valencia. Palmas: El Eléctrico, Rafita y El Chicharo. Entrada: Lleno. 28 de septiembre de 2012.

Panseco no hay nada más que uno desde hace cincuenta años. "Hay que tener un sello, aunque sea de Correos", decía el maestro Valderrama. El de La Línea lo tiene y por eso es un gozo escucharle, aunque cante lo de siempre, que anoche estuvo más que justificado porque era un repaso a su medio siglo de cantaor profesional, una mirada hacia atrás, con parte de sus recuerdos proyectados en el escenario.

El Lope de Vega se llenó de aficionados y también de personas que quieren llegar a serlo algún día. Media hora antes del comienzo del recital ya había muchas personas con el pájaro de la expectación en la cara. No han sido muchos los recitales de cante de altura en esta Bienal -sobre todo en los escenarios tradicionales del festival-, dedicada al baile y a la danza con estética flamenca, aunque no siempre con ética. Tampoco quedan muchos maestros en forma que sean capaces de dar un gran recital de cante en un buen teatro, sin aburrirnos. Apenas quedan ya buenos artistas del cante, cantaores que sepan estar en un escenario y ofrecer lo suyo, ese sello del que solía hablar siempre el sabio de Torredelcampo.

José Cortés Jiménez, Pansequito, es de los pocos que nos quedan y hay que mimarlo mucho porque anoche no solo nos embriagó el alma con su personal forma de interpretar el cante jondo, sino que a través de su peculiar voz afillá nos hizo viajar en el tiempo con sus guiños a Tomás Pavón y su ligazón en la soleá, o a Caracol y su honda expresión cantaora, gitana hasta lastimar.

Pero el maestro quiso que al comienzo de su recital de cante estuviera presente Camarón de la Isla, con el que enseñó a cantar por bulerías a más de media España cuando ambos empezaban en los tablaos de la Villa y Corte. En la gran noche de un revolucionario del cante no podía faltar el otro gran genio, el de la Isla, que se nos fue hace veinte años.
Emotivas fueron las imágenes en las que Pansequito aparecía con Camarón y con Pastora Imperio. Y emotivo el homenaje de dos genios del toreo, Curro Romero y Pepe Luis Vázquez, que quisieron unirse a la celebración de las bodas de oro del maestro con el cante. Fue sobretodo eso, una noche de hondas emociones también para quienes admiramos a José Cortés, para quienes hemos crecido al compás de sus tangos y de sus bulerías.

Pero al margen de las emociones que fueron provocadas por la puesta en escena, la de anoche era una velada de cante, el momento de un maestro al que los años parecen no haberle pasado factura aún. Aunque parezca un contrasentido, las voces rotas tardan más en romperse del todo, que las de cristal. La de Panseco sigue siendo una voz muy flamenca, sin el brillo de hace años, pero asentada. Como los buenos vinos de solera, su voz ha ganado con los años en sabor y en profundidad. No duele lo mismo una seguiriya en un joven de veinte años, que en un maestro que va camino de los setenta, porque en el cante son fundamentales las vivencias del cantaor. Sin ellas, el cante es solo en un mero ejercicio de técnica de voz. Anoche quedó claro que, aunque el veterano cantaor se diera a conocer en los palos festeros, como los tangos, las cantiñas y, en especial, las bulerías, es capaz de fajarse con los estilos de mayor responsabilidad y dificultad, como las seguiriyas, las soleares y los tarantos, que ayer formaron parte de su repertorio. No faltaron las cantiñas, con su ligazón característica, su sentido del compás y de la cuadratura. Sorprendió ver al maestro acompañado por dos jóvenes guitarristas de Jerez de la Frontera, Antonio Higuero y Manuel Valencia, que estuvieron ambos a la altura de las circunstancias. Para esta celebración tan especial le hubieran pegado más algunos de los guitarristas que le han acompañado a lo largo de su carrera, como son Tomatito o el Niño de Pura, pero él sabrá por qué quiso que estos dos jóvenes artistas jerezanos condujeran sus cantes.

Naturalmente el público se puso en pie para agradecer al artista, no solo el recital de anoche, sino ese medio siglo que lleva siendo un gran profesional del cante. Siempre he pensado que el maestro Pansequito es más un cantaor sevillano que gaditano, y anoche acabé convenciéndome del todo. Sevilla se rindió ante un Panseco que fue más que nunca panmojao en vino de solera. Felicidades, maestro.

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