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¿Más simple que un botijo?

Porrón, búcaro, pipo, cántaro? Llámelo como quiera pero son las neveras primitivas, se usan en todo el mundo y en un sótano de Montequinto hay 1.690 de 28 países.

el 16 sep 2009 / 00:50 h.

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Porrón, búcaro, pipo, cántaro? Llámelo como quiera pero son las neveras primitivas, se usan en todo el mundo y en un sótano de Montequinto hay 1.690 de 28 países.

Coleccionar se puede coleccionar casi de todo. Es cuestión de interés, paciencia y en algunos casos también de espacio y dinero. De lo primero, Francisco López, un aparejador de Montequinto, está sobrado. De lo segundo, menos. Pero aún así este amante de la cerámica ha conseguido reunir 1.690 botijos que cuida, mima y enseña al que se lo pida en el sótano de su casa, transformado 14 años después de empezar a coleccionarlos en un improvisado museo.

"Mi ilusión es que algún día puedan exhibirse en un museo", cuenta. Que tome nota quien corresponda porque, asegura, la suya es la segunda colección privada más importante del país. La primera tiene 2.500 y el Récord Guiness y en España sólo hay una pública gestionada por el gobierno catalán.

Francisco tiene botijos de todas la provincias españolas y de todos los continentes a excepción de Oceanía, donde no le consta que haya. De todos los materiales (también de plástico) y tamaños (desde dos centímetros hasta más de un metro). Los tiene de China, Estados Unidos, Hungría, Rusia y ahora está como loco buscando uno de un pequeño pueblo de Francia. El más antiguo tiene 200 años y el que más le costó conseguir fue uno del País Vasco.

La mayoría los consigue en internet, donde puja -por algunos piden hasta 10.000 euros- con otros coleccionistas. Desde que comenzó a coleccionarlos ha comprado una media de 100 o 120 al año. Además de laboriosa, esta afición le sale cara. "Tengo botijos desde 0,50 céntimos hasta 1.000 euros", asegura. Según sus cálculos, la colección podría tener un valor en el mercado de unos 300.000 euros. Mientras consigue verlos en un museo se conforma con mostrarlos al mundo en su web, donde hay una foto de cada uno de ellos y que ha recibido en sólo tres años unas 100.000 visitas.

Pese al dicho Es más simple que el mecanismo de un botijo, estas neveras primitivas llevan miles de años enfriando el agua y han logrado convertirse en objeto de coleccionismo. Ahí es nada.

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