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Masivo desembarco de romeros por el puente del Ajolí

"Ya hemos llegado", exclamaban los romeros de Gines mientras se abrazaban sobre el puente del Ajolí. El camino había terminado.Traían caritas de sueño y el cuerpo algo cortado por el frío de la madrugada. Gines y una treintena de hermandades cruzaron el arroyo.

el 15 sep 2009 / 04:37 h.

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"Ya hemos llegado", exclamaban los romeros de Gines mientras se abrazaban sobre el puente del Ajolí. El camino había terminado.Traían caritas de sueño y el cuerpo algo cortado por el frío de la madrugada. Gines y una treintena de hermandades cruzaron ayer el arroyo. El contigente de peregrinos hispalenses está en la aldea.

La más madrugadora fue Sevilla Sur. Con las primeras luces del alba, la hermandad del Tiro de Línea abría la jornada de paso por el puente del Ajolí. Lo hacía a las nueve de la mañana. Los cerca de 500 romeros rezaron emocionados su salve, "ésa que brota del amor de todo un barrio", apuntaba su hermano mayor, Juan Perea. Justo después, algunos romeros se arrancaban por sevillanas para rezarle al Simpecado granate con las torres de la Plaza de España. "Otro año a sus plantas", repetían orgullosos.

Lección rociera es la que dio Gines en el Ajolí. Volvió a recordar por qué el pueblo es uno de los más rocieros del Aljarafe sevillano. Los peregrinos demostraron que son de primera categoría. Su hermano mayor, Alfonso Melo, no podía esconder la emoción de haber llevado, un año más, a la hermandad al Rocío: "La alegría es inmensa porque sabemos que pronto veremos a la Virgen". Una misma devoción que ha logrado transmitir a sus hijos. Uno de ellos, Alfonso, hacía su entrada en la aldea con la misma camiseta amarilla que hace 25 años llevó su padre en su primer camino con los amigos. Su reunión se llama Semilla Rociera. Una semilla que ha dado sus frutos. Entre ellos, una niña de 10 años que ayer iba a caballo. "Indudablemente, se llama Rocío", apostilló Perea.

Misma tradición rociera es la que hay en Camas, que cruzó el puente poco antes de las once de la mañana. La jornada prosiguió espléndida con las entradas de Bollullos de la Mitación, Aznalcázar y el cajón de Umbrete. A la espera de esta última estaba un grupo de cuatro catalanas vestidas de flamencas. Lucían al cuello la medalla de la hermandad del Rocío de la Macarena. Sentada en la barandilla del puente, una de ellas, María Pons, no perdía detalle: "Llevamos varios años viniendo. Hemos hecho el camino con varias hermandades pequeñas", explicaba María. Sin soltar la cámara de la mano estaba otra de ellas, María Ángelo. Era su primera vez e iba "de emoción en emoción", como ella misma confesaba. "Es fantástica la cantidad de sensaciones acumuladas tras tantas horas de peregrinaje. Yo el año que viene hago el camino", aseguraba.

delirio. De rojo y blanco se tiñó el puente del Ajolí con la llegada de los romeros de Olivares "y de Salteras", como anotaban en la delantera de la carreta. Y es que Salteras hace el camino con Olivares porque todavía no es filial. Eran más de las doce del mediodía y el sol caía de lleno. Pero en ningún momento disminuyeron las ganas de coronar cuanto antes el puente del Aljolí, puerto y puerta de la gloria marismeña, que había quedado cubierto con la arena que iban trayendo los peregrinos en sus botos. Mientras llegaban nuevas hermandades, algunos buscaban sombras en los árboles cercanos, y otros optaban por refrescar el gaznate con un trago de manzanilla. El delirio continuó con la llegada de la barcaza coriana y sus miles de peregrinos. Estallaba entonces una suerte de catarsis sobre el Ajolí. "Otro año a sus plantas", repetían a coro todos los rocieros que arribaban.

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