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Mata a un vecino de El Pumarejo clavándole un punzón en el cuello

José Lorenzo Vázquez murió en la tarde del día 23 después de que un hombre le clavase un destornillador en el cuello. La víctima estaba en El Pumarejo, con sus perros, bebiendo en un banco, cuando el agresor comenzó a golpearle. La Policía lo detuvo mientras presenciaba impasible la muerte de José. Foto: Paco Cazalla.

el 15 sep 2009 / 20:22 h.

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José Lorenzo Vázquez murió en la tarde del día 23 después de que un hombre le clavase un destornillador en el cuello. La víctima estaba en El Pumarejo, con sus perros, bebiendo en un banco, cuando el agresor comenzó a golpearle. La Policía lo detuvo mientras presenciaba impasible la muerte de José.

Los hechos ocurrieron hacia las 19.15 horas del martes. José Lorenzo Vázquez Muñoz, conocido como El Jambo, vecino de El Pumarejo desde hace 30 años, de 42 años, se encontraba en la plaza acompañado de sus perros, bebiendo cerveza antes de acudir a una cita con unos amigos. Dicen los testigos -varios residentes, el propietario de una tienda y el camarero de un bar próximo- que no estaba ebrio, que era una persona tranquila y pacífica, que no daba problemas, pero que pasaba horas en la plaza, fuera de su piso, desde que se quedó en el paro hace un par de años.

Sin previo aviso, se le acercó un joven, cuya identidad no ha trascendido, y empezó a "buscarle las vueltas, a picarle", confirma Enrique, amigo del fallecido. Varios testigos aseguran que el supuesto agresor quería quitarle la botella al agredido y que, al no lograrlo, se abalanzó sobre él y le propinó una patada en una de sus piernas, en la que tenía problemas de movilidad. José cayó al suelo y el atacante se le tiró encima, comenzó a pegarle puñetazos y le clavó un enorme destornillador en el cuello.

La violencia del ataque impidió que alguno de los paseantes o vecinos del Pumarejo intentasen detenerlo. Los testigos sostienen que el joven estaba "como enloquecido". No se conformó con clavar el arma a la víctima, sino que, cuando lo vio inmovilizado, comenzó a propinarle más patadas en la cabeza. Tanta sangre fría demostró que la Policía Nacional lo detuvo sin rastrear la zona: allí estaba, en la plaza, observando cómo moría José Lorenzo.

Los vecinos sostienen que la ambulancia que atendió al herido tardó "más de media hora en llegar" por la estrechez de las calles cercanas. Los sanitarios se llevaron al hombre al hospital Virgen Macarena, donde falleció a las 6.00 horas del día de Nochebuena, tras una larga operación.

Los amigos del fallecido sostienen que agresor y agredido no se conocían "de nada", así que descartan que se tratase de un ajuste de cuentas. El presunto asesino había residido en la zona de la Alameda hace años, pero llevaba "mucho tiempo" sin acercarse por El Pumajero; ahora, desde hacía un mes aproximadamente, se dejaba ver de nuevo, normalmente ebrio o drogado y "buscando lío". En la misma mañana del 23, el joven se encaró con otro vecino al exigirle dinero "para un bocadillo", a lo que el hombre se negó. Dos testigos afirman que le amenazó con "clavarle una navaja" si no le daba un euro.

El fallecido, por su parte, era un hombre muy conocido en su barrio, activo participante en la asociación de vecinos y antiguo trabajador de la plaza de abastos de La Encarnación. Padre de un hijo de unos 20 años, su familia lo velaba ayer en el tanatorio de la SE-30; hoy, a las 13.00 horas, será enterrado. Era un hombre "apagado por estar en paro pero con enormes ansias de vivir", según sus amigos, los mismos que ayer, de forma espontánea, rodearon con velas el árbol bajo el que paseaba a sus perros, Tana y Loquito, que ahora quedarán al cuidado de su amigo Miguel. Con carteles, lazos y mantecados pretenden mantener vivo el recuerdo de un vecino "que nunca se metió con nadie".

Vigilancia. Esta muerte ha llevado al presidente de la asociación de vecinos y comerciantes Pumarejo-San Luis, Ángel López Hueso, a exigir a la Junta y al Ayuntamiento que acaben con el "foco endémico de marginalidad" que, en su opinión, sufre la zona, informa Efe. Hueso sostiene que la situación se ha radicalizado y ha convertido al barrio en un "polvorín que explosiona en cuanto se le acerca una mecha". Sin embargo, otros vecinos piden que no se siga estigmatizando la zona. "No se puede criminalizar permanentemente al Pumarejo", dicen.

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