Cultura

Matisse, el mejor plan para la noche madrileña

Visitar una exposición de noche se ha convertido en una de las mejores alternativas culturales para combatir el calor. El filón lo ha hallado el Thyssen con una retrospectiva de Matisse que está causando furor... nocturno.

el 16 sep 2009 / 07:27 h.

Visitar una exposición de noche se ha convertido en una de las mejores alternativas culturales para combatir el calor. El filón lo ha hallado el Thyssen con una retrospectiva de Matisse que está causando furor... nocturno.

Lo prueba el hecho de que con la retrospectiva Matisse 1917-1941, en cartel hasta el 20 de septiembre, el museo ha multiplicado por cuatro el número de visitantes nocturnos con respecto al año pasado. Desde su apertura el 9 de junio, la colorista paleta del francés ha llamado a más de 145.000 visitantes, con una media de 2.422 asistentes diarios, según los datos facilitados a Efe por la pinacoteca.

El horario ampliado, de las 19.00 a las 23.00 horas, atrae cada noche a más 600 personas, lo que supone un 25% de las visitas diarias durante julio y agosto.

En pareja, en familia o en grupo, la opción de pasar una velada en el museo en compañía de Matisse es un plan perfecto para esquivar el calor del verano madrileño. Sin aglomeraciones, la taquilla no deja de vender entradas (a ocho euros) después del atardecer, momento en el que comienzan a acudir los visitantes noctámbulos, en su mayoría madrileños y trabajadores que sólo gracias a este horario ampliado pueden acercarse a los trazos del llamado padre del color.

"Es una buena hora para visitar una exposición porque con este calor no se puede salir a plena luz del día", comenta Ana, quien no olvida que el plan incluye "irse luego a tomar algo".

Macarena es doctora en Historia del Arte y ofrece a sus amigas -dos médicos y una abogada- una clase improvisada frente a las obras, una "alternativa" para una noche de verano, porque, asegura, "contemplar obras de arte es una maravilla".

Y es que esta muestra reúne obras procedentes de 50 museos y colecciones particulares, con el plus de que muchas no han sido exhibidas nunca en España, lo que convierte este recorrido en una oportunidad única para profundizar en el artista.

Después de la visita o sin ella, -el último pase es a las 22.15 horas-, la mayoría sube a la quinta planta, donde se encuentra el Mirador del Museo y el restaurante, que ofrece cenas por un precio medio de 50 euros y unas vistas de un Paseo del Prado libre de atascos.

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