A sus 72 años, es su rebeldía, según analistas de EEUU, la que le ha catapultado a la primera línea política. Ayer, en el cierre de la Convención Republicana, el candidato John McCain hizo honor a esa rebeldía y se apuntó al discurso de cambio, que hasta ahora había monopolizado Obama con su Yes, we can. McCain convenció, pero no frenó al huracán Palin.
"Vamos a ganar las elecciones y, después de ganarlas, vamos a tender la mano a cualquier patriota que esté dispuesto a hacer que este Gobierno vuelva a trabajar para vosotros y a reconducir este país por el camino de la prosperidad y la paz".
"Cuando os decimos que vamos a cambiar Washington y desterrar la costumbre de dejar los problemas de nuestro país para que otra generación más desafortunada los arregle, podéis darlo por hecho". Con estas frases se presentó McCain el jueves ante los suyos en el cierre de la Convención Republicana.
"Déjenme ofrecer un aviso a la gente de siempre en Washington, la que no hace nada, gasta mucho, piensa en ella primero y en el país después: se acerca el cambio", aseguró McCain, que abordó también la acritud que existe entre los dos principales partidos, el demócrata y el republicano.
Según él, esa acritud "no es una causa, es un síntoma. Es lo que ocurre cuando la gente va a Washington a beneficiarse ellos y no a ustedes". Tras recordar que durante sus más de 26 años en el Senado se ha esforzado por colaborar con representantes de ambos partidos, aseguró que como presidente también "gobernaré así".
Su amor por EEUU, afirmó, se hizo más intenso durante los años en prisión en Hanoi. "Lo amaba porque no era sólo un lugar, sino una idea, algo por lo que merecía la pena luchar. Ya nunca fui el mismo. Ya no me pertenecía a mí mismo. Pertenecía a mi país", dijo.
También la candidata republicana a la vicepresidencia de EEUU, Sarah Palin, prometió que si llega a la Casa Blanca, ella y el aspirante presidencial de su partido, John McCain, "cambiarán las cosas" en Washington. Palin habló en un almuerzo con un grupo de gobernadores republicano. "Si resultamos elegidos, cambiaremos las cosas y volveremos a poner al Gobierno del lado de la gente, algo de lo que tengo muchas ganas", afirmó Palin.
Después del polémico embarazo de su hija, la candidata a la Vicepresidencia ha dejado de ser una desconocida en EEUU. Pese a los esfuerzos de espectacularidad de McCain, el senador no logró superar la expectación que Palin logró el miércoles en su discurso en la Convención, donde se presentó como una madre combativa dispuesta a la lucha por su país. Según la consultora de audiencias Nielsen, un total de 37,2 millones de espectadores vieron el discurso de aceptación de la gobernadora de Alaska.
En comparación, el candidato demócrata a la Vicepresidencia de EEUU, Joe Biden, atrajo 24 millones de telespectadores con su discurso el miércoles de la semana pasada en Denver (Colorado). Pero Palin ha superado no sólo la audiencia de Biden, sino también la de la ceremonia de inauguración de los Juegos Olímpicos, la cual fue seguida 34 millones de personas, y la ceremonia de los Oscar, vista por 32 millones.
Por otro lado, la prensa de EEUU destacó ayer el difícil equilibrio que debe afrontar McCain en esta campaña electoral, porque necesita cortejar al mismo tiempo a sus seguidores habituales y al ala conservadora de su partido.
Los diarios apunta que su discurso de aceptación de la candidatura, la pasada madrugada, reflejó de alguna forma este dilema y, por ejemplo, The New York Times se pregunta cuál es el verdadero John McCain. The Washington Post también señala que el candidato se enfrenta a la "inusual situación" de distanciarse del Presidente al que quiere sustituir, en alusión a George W. Bush, así como parcialmente de las tesis tradicionales de su partido.