"A veces se quedaba aquí en la plaza bebiendo cerveza y me decía: ‘Me da miedo subir a mi casa con mi hermano, porque ya está otra vez alterado". Un amigo de José Luis Bohórquez, el hombre de 50 años que murió el jueves apuñalado por su hermano Agustín en su casa del Polígono Norte, lamentaba ayer no haber reaccionado pese a las frecuentes peleas entre los dos hermanos, que se llevaban fatal. El agresor, de 54 años, ingresó en el hospital Virgen Macarena porque también estaba herido, según los vecinos porque él mismo se autolesionó. Ayer por la mañana fue trasladado a los calabozos de la Policía Nacional, en calidad de detenido, y está previsto que hoy, después de prestar declaración, sea llevado ante el juez de guardia.
Los vecinos del bloque 23 de la calle Carmen Díaz, donde los hermanos vivían con su madre en el 4-A, explicaban ayer que el agresor, con numerosos antecedentes por robo, era consumidor habitual de drogas y había estado en prisión. Hace años sufrió una embolia que le paralizó medio cuerpo, aunque había recuperado cierta movilidad. Tomaba una medicación que, mezclada con la droga, lo había vuelto agresivo y hace unos meses también apuñaló a su hermano, pero las heridas fueron leves y nadie lo denunció. Las peleas entre hermanos, uno alcohólico y otro drogodependiente, eran habituales.
El jueves los vecinos llamaron a la Policía al oír en la casa golpes más fuertes de lo normal: "Sentí cómo una persona caía al suelo y unos porrazos horrorosos", decía una vecina, que asegura que mientras en otras ocasiones se oían gritos e insultos, esta vez no escuchó ni una palabra, sólo el fuerte impacto de un cuerpo al caer. Cuando llegaron los servicios sanitarios encontraron a José Luis aún vivo, pero con una puñalada en el costado izquierdo realizada con un cuchillo casero, en un enorme charco de sangre. Murió sin que pudieran reanimarlo. La Policía encontró a Agustín sentado en el sillón. "He apuñalado a mi hermano", les dijo, justificándolo por una bronca entre hermanos.
La madre de ambos, Carmen, estaba en casa de una amiga en el tercer piso. La vecina del piso contiguo al suyo fue quien bajó a avisarla y la acogió en su casa hasta que llegó su hijo menor, con el que se ha trasladado, ya que su vivienda está precintada.
La víctima, de 50 años, también tenía antecedentes. Se había casado joven con una chica del barrio y había tenido dos hijos. Tras separarse se había marchado a vivir a Barcelona con una nueva pareja, con la que había tenido otra hija. La relación tampoco funcionó y había vuelto a la casa en la que su madre había criado a sus cinco hijos. Otro también falleció en prisión, según los vecinos.
La calle Carmen Díaz, donde ocurrió el crimen, desemboca en la conflictiva Hermano Pablo, foco habitual de venta de drogas, aunque pese a su cercanía parece extrañamente ajena al trasiego de enganchados que se dirigen como fantasmas, con la mirada perdida, a comprar su dosis y a pincharse a pleno día en cualquier esquina.
El amigo de la víctima aseguraba ayer: "Yo sé que en Barcelona José Luis llevó mala vida, pero desde que volvió se limitaba a tomarse su cervecita, que compraba en el Lidl para que le saliera más barata, y su tabaco", y añadía: "El problema es que su madre los ha tapado mucho, y al final se ha ido de las manos".
La vivienda en la que se produjo el crimen fue precintada por la Policía, que ayer acudió a tomar muestras cuyo análisis servirá para aclarar los hechos. Un amigo de la víctima aseguraba que el agresor debió sorprender al la víctima acostada, porque estaba en ropa interior y porque el fallecido era más alto y más fuerte que el agresor, que no tenía mucha fuerza física tras sufrir la embolia, si bien este extremo no se ha aclarado todavía. La autopsia también ayudará a desentrañar qué ocurrió.
Los vecinos dicen que los hermanos se peleaban por el dinero para comprar droga o alcohol, porque uno echaba en cara al otro lo mal que trataba a su madre o por motivos banales, porque la relación estaba muy deteriorada. En el vecindario se cruzan las versiones sobre cuál era el que trataba mal a la madre, aunque una vecina asegura que durante las peleas entre ellos oía a la mujer gritar a los dos: "¡Por favor, iros de casa!". Pero luego se negaba a que nadie informara a la Policía.
El fallecido fue trasladado al Instituto Anatómico Forense, donde se le realizó la autopsia, y luego conducido al tanatorio de Servisa en la SE-30. Allí se oficiará un responso a mediodía de hoy sábado, que precederá al entierro que tendrá lugar en el cementerio de San Fernando.