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“Me gustan el pan de oro y el Barroco una ‘jartá’, yo no reniego de eso”

Ana Langedeldt Marín defiende que el grafiti es una manifestación artística como cualquier otra.

el 28 sep 2013 / 22:00 h.

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Ana Langeheldt Marín (Sevilla, 1978) sabía desde antes de cumplir los diez años que quería ser artista. Su madre la tenía “frita” y no paraba de repetirle que pusiera “los pies en el suelo”. “Hice el COU a regañadientes. Le dije que sólo pondría la opción de Bellas Artes. Me dieron plaza y la saqué a curso por año”, recuerda esta joven sevillana con ascendencia alemana que ni ella ni su hermano han heredado. “Pero no veas mi sobrino. Pasa por alemán en cualquier sitio”. No cumple el estereotipo de grafitera de gorra para atrás y pantalón caído. “Eso es muy antiguo”, reconoce. Y, con mucho tiento, aprovecha el final de la entrevista para pedir un favor: “No diga grafitera, somos escritores de grafiti”. Puede consultar su obra en www.behance.net/lahe178. –¿Por qué el grafiti? –¿Y por qué no? Es una manera más de expresarse. Me gusta desde la carrera. Yo me especialicé en diseño gráfico, pero los ordenadores no son lo mío. –¿Es fácil decir en Sevilla que una se dedica a hacer grafitis? –En el círculo de los artistas no pasa nada. Quizás lo que más les llama la atención es que soy mujer y no parezco una niñata. Es cierto que el grafiti se toma poco en serio porque es desde el que hace una firma y la estampa en cualquier parte hasta el que pinta un mural enorme. –¿Y cómo se defiende esta manifestación artística en una ciudad donde se identifica con el vandalismo? –En Sevilla y en todas partes ¿eh? Para mí, un grafiti es mi obra, es el cuadro para cualquier otro artista, con la cosa de que el grafiti es efímero y está expuesto a las inclemencias del tiempo y a la gente. A mí me ha pasado una cosa muy curiosa: mi madre un día me dijo: “He visto un mural precioso de Lola Flores”. Y le contesté:_“Mamá, es mío”. –¿Qué tipo de grafiti es el que le gusta hacer? –Clasificar el grafiti es complicado. Es una pintura en la calle, no hay estilos. Te lo encuentras por ahí. No tiene carácter de exclusividad como puede pasar con cualquier otra obra de arte. –¿Y la firma estampada en cualquier sitio es entonces un grafiti? –Cuando pinto, siempre he hecho lo que me ha dado la gana. El que se queda con la firma que se quede ahí. El grafiti es una vanguardia, no hay ningún movimiento artístico que mueva a tanta gente. –¿En qué momento se encuentra ahora el grafiti? –Hay mucha gente pero últimamente muy aplacada. Están ya mayores. No existe la misma motivación que hace años. Lo que sí está claro es que Sevilla sigue siendo uno de los puntos fuertes del movimiento del grafiti. –¿Con quién competimos? –Uff, con Madrid, con Barcelona, con Valencia, Málaga, Elche, Alicante... Todas están consideradas a nivel internacional. Pero los escritores de grafiti españoles no son profetas en su tierra. ¡Yo desde luego no lo soy! –¿Qué proyectos tiene en mente? –Me voy a Pamplona este fin de semana para montarme en andamios y pintar. También tengo prevista una exposición individual en el Red House, un espacio nuevo en la calle Amor de Dios, número 7. Y estoy buscando nuevos sitios. –¿Da esto para vivir? –Más bien para sobrevivir. –¿Cuánto puede costar un mural suyo? –Depende del tema, de la dimensión del mural... No me gusta hablar de precios. –Usted estudió en la Facultad de Bellas Artes de la Universidad de Sevilla, lo menos cercano al grafiti que pueda imaginarse. –Es cierto que la Facultad de Bellas Artes es muy academicista, pero el alumnado de aquí va muy a su rollo. Me interesó el grafiti desde pequeña porque me gusta el rap, que es nuestra música. –Usted no concuerda, sin embargo, con la imagen que se tiene de un grafitero. –La gente es muy de clasificar pero el 90% de mis amigos artistas no llevan la gorra para atrás ni el pantalón cagao. Eso está ya muy antiguo. –¿En qué se inspira? ¿Qué manifestación artística le gusta más, además del grafiti? –Me gustan todas las expresiones artística. Me gusta nutrirme de la gente. Me inspiro en cualquier cosa. Yo soy una jartá andalucista. Y de Sevilla. Me gustan el pan de oro y el Barroco una jartá. Yo no reniego. ¡Me tendrían que pagar por cómo vendo a esta ciudad! Cuando una está fuera, se echa de menos Sevilla. Su luz frente a las calles frías de otras ciudades. ¡Qué feo! –¿También acusa el grafiti la crisis? –Se nota un montón. Pero con este rollo la gente lo que quiere es tirar los precios. Esto es un artículo de lujo como cualquier otro. Lo que nos piden sería como decirle a un peluquero que te pele gratis. Y lo más llamativo es que te regatea la gente que tiene pasta. –¿Cuál es el grafiti al que le tiene más cariño? –Con una beca Iniciarte de la Junta de Andalucía me dieron un lateral del centro cívico de Pino Montano y pinté a mi sobrino con un Mickey Mouse gigantesco y rodeado de chucherías. Es el primero que se me viene a la cabeza.

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