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"Me lancé sobre él y le quité el arma"

Fermín redujo al atracador armado de Luis Montoto

el 28 sep 2010 / 16:33 h.

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"Un héroe es todo aquel que hace lo que puede", decía el Premio Nobel francés Romain Rolland. A juzgar por la tranquilidad que transmite sólo unas horas después de reducir a un atracador armado en Luis Montoto, Rolland habría encontrado en un joven sevillano su definición hecha realidad.

 

El lunes sobre las 21.30 horas, Fermín, de 28 años, acababa de aparcar su coche en la calle Luis Montoto para dirigirse a su casa. Su camino se vio interrumpido por los gritos de una mujer, que irrumpió en la acera pidiendo socorro. Salía de la tienda de zapatos, moda y complementos Carmona, ubicada en los números 24-26 de la calle. "¡Que me están robando!", gritaba. Fermín fue en su ayuda, sin tiempo para darse cuenta de que acababa de empezar su hazaña.

Dentro de la tienda había tres mujeres con el miedo reflejado en sus rostros. Un hombre de unos 35 años, 1,70 metros de altura, unos 80 kilos de peso y a cara descubierta intentaba perpetrar un atraco. Llevaba una pistola y dos cuchillos. Cuando parecía que tenía la suerte de frente, Fermín apareció en escena para impedir el robo. "Le dije que no se moviera", comienza el joven. "Entonces me encañonó con la pistola que llevaba. Le dije que me daba igual y me volvió a encañonar". Y disparó.

"Por suerte, no me dio", recuerda Fermín palpándose el pecho. Ambos iniciaron un forcejeo. El atracador volvió a apuntarle con el arma y trató de disparar. "Pasó algo, no pudo disparar y, en ese momento, me lancé sobre él y le quité el arma", relata. "La Policía me ha dicho que no me disparó porque se le encasquilló la pistola". En fin, que la suerte es de los valientes o eso dice la sabiduría popular.

Al abalanzarse sobre el atracador, Fermín apretó en su mano la hoja de uno de los cuchillos que llevaba. Se hizo dos cortes, uno en la palma de la mano que se ha saldado con nueve puntos y otro en el dedo con cinco. El vendaje es la única huella de su hazaña. La frialdad con la que actuó parece que no se ha ido de su cuerpo. "Entré en la tienda por impulso, no me lo pensé. Si lo hubiera pensado en frío, a lo mejor hubiera actuado de otra manera". Al parecer, una quincena de personas que pasaban por las inmediaciones y que habían escuchado el disparo entraron en el comercio y terminaron de reducir al atracador. Mientras llegaba la Policía, algunos intentaron agredir al delincuente, aunque Fermín no acierta a decir si recibió algún golpe. Según testigos presenciales, el altercado no llegó a mayores.

Efectivos de la Policía Nacional se personaron en el lugar del robo y detuvieron al atracador, un viejo conocido de los archivos policiales. El hombre, de 35 años y vecino de Sevilla, responde a las iniciales de Rafael V. G. y acumula un historial repleto de antecedentes por atraco y robo. Precisamente este último delito es el que se le imputa por el atraco de Luis Montoto, así como otro de lesiones. "Espero que le metan muchos años", dice Fermín.

La resaca de los héroes tiene sus consecuencias. Fermín recibió el agradecimiento de los vecinos de la zona, que no dudaban en destacar el arrojo de este muchacho. Menos contenta estaba su madre, que vive cerca de la tienda. Cuenta Fermín que "en ese momento no estaba en casa, pero al rato apareció de la nada". Instinto maternal, quizá. "¿Que qué me dijo? Pues imagínate qué te diría tu madre".

Por fortuna, los hechos no pasaron a mayores. "Pudo ser mucho peor", admite el joven. Sus cortes no revisten gravedad, ni siquiera tuvo que llegar al hospital ya que los profesionales del 061 lo curaron allí mismo. Así que Fermín pudo seguir su camino y volver a casa, aunque con una hazaña a cuestas. Y no es la única. "Fue hace muchos años, me pasó algo parecido...", comenta restándole importancia. Y aquí se acaba todo porque lo que ocurrió entonces prefiere no recordarlo. Cosas de héroes...

Las huellas visibles

En la calle Luis Montoto aún son visibles las huellas del atraco que cogió desprevenidos a los vecinos el lunes por la noche. En la ventana de un edificio colindante con la zapatería se puede ver el disparo de la bala, que no llegó a romper por completo el cristal. La zapatería Carmona, por su parte, estuvo ayer cerrada mientras la Policía científica analizaba su interior. Los vecinos de la zona no salían de su asombro. Ayer se asomaban al escaparate y comentaban en corrillo los hechos. Pero lo cierto es que, si no hubieran actuado, tanto llamando a la Policía como reduciéndolo, podrían estar lamentando el suceso.

 

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