El coronel Roldán en su despacho, en el cuartel de la comandancia de la Guardia Civil en Montequinto.
–Hace seis meses que regresó a Sevilla, ¿la ve muy cambiada?–La delincuencia es cambiante. Ahora están creando muchos problemas los robos de cobre y me tienen preocupado, porque la cuantía no es mucha pero no se pueden imaginar el destrozo. Roban en una calle que están urbanizando y se llevan todo el cableado de las farolas.
–¿Son robos violentos? En Marchena mataron a un guarda.
–Sí, son colectivos violentos, en este caso eran rumanos y aún se está investigando: eran cuatro y se ha detenido a dos. Y no son sólo inmigrantes, hay gente de España. Son violentos, hacen frente al vigilante y un mal golpe, un empujón, puede crear una desgracia
–¿No habría que controlar a los que recepcionan el cobre?
–Se hacen operaciones, pero la legislación en las chatarrerías tiene lagunas legales, no basta para hacer inspecciones en serio. A veces encontramos en ellas aperos de labranza, de robos en el campo. Y encima ahora tenemos una situación económica, una crisis profunda que ha llevado a una delincuencia de subsistencia, gente que se lleva cosas de comer, y se crea alarma en poblaciones pequeñas. Que alguien entre a la tiendecita del pueblo y se lleve un pedazo de salchichón... No quiero decir que sea alarmante, ni que las personas que lo hacen sean violentas, pero eso no se veía y ahora se ve gente que busca en los contenedores, o llega al supermercado, se come cuatro yogures y no tiene dinero para pagarlos.
–¿Cómo investigan eso?
–Es difícil. Se hacen esfuerzos, pero las prioridades… al final nos aprieta más el zapato la seguridad ciudadana en las poblaciones. Y aquí lo más importante es la prevención. Hay delitos que se dan más: robo de vehículos, entrar en una casa y robo con violencia o intimidación, por no hablar de la violencia de género, que es un capítulo aparte. Pero tenemos medios que nos permiten una movilidad que antes no teníamos, y donde hay una patrulla de la Guardia Civil o de la Policía es más complicado que se robe.
–Con la crisis, la Policía Local de muchos pueblos tiene problemas para patrullar de noche y les piden ayuda, ¿lo notan?
–Evidentemente nos afecta bastante, nos intranquiliza más y el esfuerzo tiene que ser mayor. Se intenta suplir moviéndonos más, menos mal que la comandancia está bien dotada, tengo cubierto el 90% de más de 2.500 plazas. Pero este año no ha habido oferta de empleo, sólo 200 plazas de guardia civil para toda España, y no sé si el año que viene habrá para cubrir las bajas de los que se jubilan. De edad estamos bien, la media es de 35 a 45 años.
–En cuanto al maltrato, ¿aumentan las denuncias, como se esperaba, al aflorar estos casos?
–Sí. En el Emume (Equipo Mujer Menor) tenemos a seis personas en exclusividad, aunque sigue siendo escaso. Desgraciadamente la violencia de género está aumentando bastante, tengo todos los días dos o tres casos. Lo ideal sería que no pasase, pero me alegra, entre comillas, de que cada vez hay más concienciación para denunciar. Las estadísticas me las fastidia, pero me alegra que haya concienciación para poner estos hechos en conocimiento de la Justicia. Y no son casos extremadamente graves, sino solucionables.
–¿Porque se denuncia antes?
–Claro, todos los partes diarios tienen uno o dos casos, y siempre es gravísimo, pero ya no se denuncia cuando ya no hay solución, sino cuando se pega o se amenaza. Y eso que en los pueblos ha costado más, porque son más cerrados.
–¿La Guardia Civil tiene una imagen carca en los pueblos?
–Yo sigo pensando que todavía somos los grandes desconocidos. Tenemos nuestra forma de ser, nuestro carácter, pero hay gente que nos ve como algo oscuro, con bigote y tricornio. Pero hemos avanzado muchísimo, hace 20 años era impensable esta situación. Y los medios de comunicación pueden echar una mano en transmitir que somos gente normal. Es necesario que haya instituciones que den sensación de seriedad: yo soy una persona normal, no soy raro, pero cuando estoy trabajando no me pongo a bailar sevillanas.
–La escasa presencia femenina no ayuda en esto, ¿cuál es la mayor responsabilidad de una mujer en esta comandancia?
–Una sargento, y ya que lo hablamos me gustaría decir que desgraciadamente tenemos todavía un índice de mujeres muy escaso, no sé si 7-8% a nivel nacional. Y estamos deseando, porque realmente nos hacen falta mujeres. Yo tengo un problema en el aeropuerto, con los cacheos. Nos ayudan las vigilantes de seguridad, pero si hay que hacerlo en profundidad no tenemos mujeres. Y para el Emume tienen una sensibilidad que no tenemos los hombres. Echamos muy en falta la incorporación de la mujer, lo cogimos con una ilusión enorme cuando se abrió el ingreso pero esperábamos mayor respuesta.
–En delitos específicos ¿es el maltrato lo más preocupante?
–Me preocupan los delitos contra los colectivos desfavorecidos, los menores, y mucho, mucho, los mayores. No es lo mismo quitarle la cartera a una persona de 80 años, el shock, el problema si se cae y se rompe una cadera… Tenemos el Plan Mayor Seguridad y estamos haciendo esfuerzos, visitando asilos y casas de personas mayores, diciéndoles que nos avisen cuando vayan a salir para estar cerca.
–¿La droga da mucha tarea?
–Sigue siendo un gravísimo problema, hoy día entra por cualquier sitio, el aeropuerto, el río, por carretera. No hace mucho descubrimos un helicóptero metido en una nave y eso es para algo.
–Barajaban la posibilidad de crear una unidad específica para controlar el río.
–Está en estudio, pero vale muchísimo dinero y la coyuntura no es la más adecuada. Hay opciones: crear un servicio marítimo en Sevilla, con el cometido de la vigilancia del río, o controlar más exhaustivamente la entrada. Yo estoy más por vigilar la entrada del Guadalquivir, porque son 90 kilómetros y hay puntos donde tocas tierra, el trapicheo es complicado de controlar. Puede ser una buena solución potenciar los servicios de Cádiz y Huelva con los medios necesarios, electrónicos, radares, embarcaciones...
–Porque la principal vía de entrada de droga es el río, ¿no?
–Es que con los medios de la Guardia Civil no es posible una vigilancia permanente, para qué vamos a decir otra cosa. Ahora, si tú te dotas de más medios humanos y técnicos se puede mejorar. Pero la seguridad nunca es perfecta, ahí se hace una inversión fuerte y a la vuelta de un tiempo nos la pegan con queso. Tienen que inventar e inventarán, mientras el negocio siga siendo rentable. Detectamos embarcaciones pequeñas, potentes, no hace falta mucho porque te acercas al río con el coche y coges el fardo con la mano en muchos sitios. Por eso me inclino por invertir en el control de entrada. Nosotros pretendemos ponérselo difícil al delincuente, pero eliminar la delincuencia es utópico.
–¿Pero no es demasiado fácil?
–En el río se pegan muchos palos, pero llevamos dos o tres meses más paradillos, lo cual quiere decir que nos la están colando… Estoy muy preocupado, porque si no se coge es porque la están metiendo por otro lado y estamos viendo a ver por dónde, porque lo que está claro es que la están colando, no pretendo engañar a nadie.
–¿Las cifras de incautaciones serán más bajas este año?
–Son bajas los últimos meses. El último servicio fue en el Puerto, venía cocaína en unos tubos. Por el río entra coca y sobre todo hachís. Y cuando hacemos balance y decimos que al año hemos cogido tantas toneladas, nosotros cogemos el 10% de lo que entra, y ya es un éxito. Ésa es la realidad.
–¿Hay algún nuevo tipo de delito que le esté preocupando?
–Me están preocupando los animales sueltos. A raíz del accidente de Écija [murieron tres personas al tratar de esquivar a un perro] me dijeron que por Lora, Alcolea del Río, Écija, había bastantes animales. Fui y es verdad, se ven por allí los perritos. Estamos hartos de decir que no puedes dar el volantazo si se te cruza un perro, pero el instinto te hace doblar y ya tenemos el follón. Y los caballos, mantenerlos vale dinero y mucha gente los tiene sueltos en el campo y nos los encontramos en la carretera. Nos ponemos en contacto con los ayuntamientos y se lo decimos, en Lora se ha hecho una campaña informando a la gente para que tenga muchísimo cuidado, no podemos hacer otra cosa.
–En ocasiones se está denunciando la presencia de concentraciones de inmigrantes en los pueblos, ¿esto va a más?
–Lo que hay que tener en cuenta es que a veces son ciudadanos de la Unión Europea, y la cosa cambia. Hace años las labores de recolección las hacían los marroquíes, y los españoles estábamos todos con el ladrillo. Y ahora con la crisis la gente está volviendo al campo, donde hay cuadrillas de la UE, rumanos, búlgaros, polacos, que han venido tradicionalmente a hacer la recolección a España, y son ciudadanos de la UE. Los españoles ahora queremos ir al campo a coger la aceituna y surge un conflicto, y ese conflicto lo hemos vivido. Hemos tenido algún caso, no de enfrentamientos, pero… yo no sé el año que viene lo que va a pasar. Ojalá cambie la cosa, porque ahí hay un conflicto.
–¿Los guardias de Tráfico están en huelga de bolis caídos?
–Las denuncias bajaron, no vamos a negarlo, y la bajada de sueldo fue un hito. ¿Que eso tuvo incidencia? Casi seguro que sí, pero mi gente ya ha asumido que había que tomar esa medida. Y las cifras de multas se han recuperado.
–¿Qué opina del ataque al cuartel de Los Montecillos?
–Fue algo puntual, no hay nada raro, no hay un enfrentamiento entre el barrio y la Guardia Civil. Fue gente que tiró una piedra, punto. Está superado.
–¿Cómo vivió que la familia de Marta del Castillo dijese que si la investigación la hubiese llevado la Guardia Civil ya se habría encontrado su cuerpo?
–Yo en eso no estoy de acuerdo. La Policía ha hecho un gran esfuerzo, que lo sigue haciendo todavía, y ha sufrido un desgaste muy grande. La verdad, creo que comentarios como ésos están fuera de lugar. ¿La familia cree que el caso se hubiese cerrado? Pues igual no, o hubiese sido peor, sepa Dios. Estamos hablando de profesionales, y la Policía los tiene muy buenos. Es un caso en el que todavía están trabajando y estoy convencido de que un día se sabrá todo, estoy convencido de que casi seguro van a descubrir dónde está el cuerpo. Hay casos así, muy complicados. Las cifras negras de la delincuencia han estado ahí siempre, y desgraciadamente el caso de Marta va a formar parte de esa cifra negra, pero yo estoy convencido de que se va a esclarecer al cien por cien, seguro, tarde más o tarde menos.