Media horita de buen fútbol y dos chispazos con la firma de Renato bastaron al Sevilla para ganar al Valladolid y aguantar así el pulso al Atlético, cuya victoria el sábado resultaba especialmente peligrosa. Tampoco falló el Racing, rival el próximo miércoles en lo que será una auténtica final.
A estas alturas, lo que importa por encima de todo es sumar puntos para alcanzar los objetivos, con independencia de que el juego sea más o menos brillante. Ya no hay tiempo para cambiar, aunque por lo general los buenos resultados son consecuencia directa del buen juego o de la calidad individual. Ayer, el Sevilla se deshizo del Valladolid gracias a dos goles de Renato, que, en los 39 primeros minutos, materializó el buen nivel que dio el equipo antes de que éste desapareciera del mapa; no se sabe bien sin derretido por el intenso calor que hizo o por una temporada que se le está haciendo eterna, pero lo cierto es que la gasolina está muy, muy justa y quedan tres partidos de auténtico fuelle.
La victoria permite al equipo de Manolo Jiménez seguir aspirando al cuarto puesto, que no es poco en la jornada 35a visto lo visto. El Atlético, que el sábado por la noche había metido mucha presión tras tumbar al Recre, sigue teniendo tres puntos de ventaja -cuatro por el goal average particular- y el Racing, que ayer remontó un 0-2, uno más, quedando nueve en juego. Lo que sí se ve ya más claro es la clasificación para la Copa de la UEFA. Ahora son cinco los puntos de ventaja sobre el séptimo, el Mallorca de Dani Güiza.
Precisamente, el nombre del jerezano planeó por el Sánchez Pizjuán desde que se conoció la alineación. Jiménez ya había mandado a la grada a Poulsen y decidió sentar en el banquillo a Luis Fabiano. Una apuesta osada la suya, pues de no haber ganado, el Sevilla se habría despedido de la Champions con su máximo goleador -y hasta ayer pichichi provisional- sentado viendo el partido. La cara del brasileño al enterarse de que no jugaba habría que haberla visto. Al final salió al campo y pudo marcar, pero de nuevo se estrelló con el poste y sus fantasmas. Son ya cuatro las jornadas consecutivas que lleva sin marcar y hasta Güiza se ha convertido más en un rival para los intereses nervionenenses.
En cualquier caso, la apuesta de Jiménez fue ganadora. Renato, el futbolista que ocupó su puesto, fue el protagonista de la tarde. Una vez más, su posición de media punta fue determinante, sobre todo porque ve que ahora el técnico sí se confía en él. A los nueve minutos, el ítalo-brasileño hizo bueno un centro de Capel y media hora más tarde se entendió con Maresca en un contragolpe para establecer el 2-0. Por entonces, el Sevilla jugaba la pelota con sentido, tenía fuerza, entraba por bandas... y dejaba dudas en defensa. Escudé regresó al equipo, pero dejó claro que no está bien aún y, lesionado, fue sustituido (39'). Tres chavales (Fazio, Crespo y David Prieto) y Daniel tuvieron que dar la cara hasta el final del partido.
el bajón. Con dos goles a favor, el Sevilla, que durante toda la tarde vio cómo el Valladolid llegaba con peligro pero sin pólvora a las imnediaciones de Palop, desapareció. Cedió la pelota, sus bandas se quedaron sin chispa y el centro del campo perdió el fuelle y el control del juego que habían tenido hasta entonces. Entre el esfuerzo realizado bajo un sol de justicia y que las piernas ya pesan, el partido se acabó para el Sevilla, que se limitó a aguantar las acometidas de un Valladolid que no le marcaba ni al arco iris. Los cambios (Luis Fabiano -Renato se retrasó al puesto de pivote- y Koné) no alteraron la tónica, pero el 2-0 fue ya inamovible. Lo que habrá que ver es si este bajón que se vio en la segunda parte va a pasar factura pasado mañana y con un derbi en puertas.