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Medio siglo recibiendo a los campistas de todo el mundo

Cada verano, desde hace 50 años, el camping Villsom de Dos Hermanas se llena de turistas. Un negocio familiar que ha ido creciendo hasta duplicar su superficie y que ha sufrido cambios constantes. Pero la familia Villalobos aún mantiene el camping más grande de Sevilla y el más antiguo de Andalucía.

el 15 sep 2009 / 09:58 h.

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Cada verano, desde hace 50 años, el camping Villsom de Dos Hermanas se llena de turistas. Un negocio familiar que ha ido creciendo hasta duplicar su superficie y que ha sufrido cambios constantes. Pero la familia Villalobos aún mantiene el camping más grande de Sevilla y el más antiguo de Andalucía.

En 1958, con ocho años, Gabriel Villalobos, actual director del camping, vio cómo su padre, Gabriel Villalobos Somé, montaba un terreno para campistas de unos 10.000 metros cuadrados. El nombre se le ocurrió al unir las cuatro primeras letras de su primer apellido con las tres primeras del segundo: Vill-som. Ahora, 50 años después del inicio del negocio, "no hay nadie que escriba bien el nombre del camping. "Todos ponen Wilson", declara el actual director, que lleva toda la vida en el establecimiento del ramo más antiguo de Andalucía y uno de los más grandes de Sevilla, ya que sus dimensiones han ido aumentando hasta los 23.000 metros cuadrados que tiene hoy.

"Sobre todo ha cambiado el tipo de clientela", comenta Gabriel. Cuando empezaba a funcionar el negocio, en los años sesenta, la gente que venía "trataba de aislarse del mundo, se colocaba en una pequeña tienda de campaña con buenos libros y una parrilla para cocinar al fuego. No necesitaban nada más, esa era la filosofía del camping", relata el hijo del fundador. Con el tiempo, ese campista viajante se ha ido reduciendo. "Sigue llegando gente así, pero ahora lo normal es que utilicen el camping personas que no pueden costearse un hotel. Vienen porque es más barato, no porque les guste alojarse en tiendas de campaña".

Esta es una de las razones por las que el negocio se ha tenido que ampliar ofertando cafetería, piscina, campo de minigolf, conexión a internet o mesas de ping-pong. Así, cada vez se parece más a un hotel económico que a un camping.

De hecho, por adaptarse a las necesidades de los clientes, Gabriel ya proyecta abrir el año que viene un pequeño hotel en ese terreno, de nueve habitaciones para dos o tres personas. "Será algo pequeño por ahora, pero nunca se sabe, tal vez terminemos ampliando el hotel y reduciendo las parcelas de campaña para acabar siendo sólo un hotel. Estas cosas nunca se sabe cuánto va a durar", afirma.

familiar. A pesar de que el camping Villsom nació como un negocio familiar que se traslada de padres a hijos -como ocurrió en el caso de Gabriel-, 50 años después no está claro quién va a heredar la dirección. "Mi hijo tiene 15 años y dice que le gusta, pero veremos a ver qué pasa cuando sepa que tiene que trabajar todas las Semanas Santas de su vida", argumenta. De cualquier forma, si sus planes salen bien, su retoño podría heredar un hotel.

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