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Menores 'ciberdelincuentes'

Esta vez han sido dos menores sevillanos los que, después de vejar a una compañera de instituto -también menor- y grabar su valiente acción lograda bajo amenazas, han colgado la hazaña en todos los móviles de sus compañeros para mayor escarnio de la víctima.

el 14 sep 2009 / 20:35 h.

Esta vez han sido dos menores sevillanos los que, después de vejar a una compañera de instituto -también menor- y grabar su valiente acción lograda bajo amenazas, han colgado la hazaña en todos los móviles de sus compañeros para mayor escarnio de la víctima.

Los hechos ocurrieron en este caso en periodo vacacional y fuera del instituto. Teóricamente en la calle y fuera también del entorno familiar. Pero ni las familias ni los centros educativos pueden seguir mirando para otro lado ante la frecuencia de éstas y otras aberraciones registradas en los móviles y otras nuevas tecnologías como internet. Todavía son episodios aislados pero se repiten en exceso y la sociedad debe intentar cortar semejantes comportamientos de raíz. Aunque la responsabilidad primera de estos delitos la tienen quienes los cometen, la frivolidad y el desconocimiento con que muchos padres toleran el uso de las nuevas tecnologías por parte de sus hijos menores de edad roza el escándalo.

Se siguen regalando móviles sin ninguna utilidad real a los más pequeños en cuanto ellos lo piden -casi siempre por mimetismo- sin pensar en las posibles consecuencias y no se controla casi nunca el uso que hacen de los mismos. La pregunta de para qué necesita un menor un teléfono móvil -y menos todavía en un colegio- tiene una difícil respuesta aunque fáciles excusas. La decisión de numerosos padres de llevar la televisión y una conexión de banda ancha de internet a los mismos pies de la cama del menor contribuye todavía más al descontrol.

Por su parte Educación debería dar el paso definitivo y prohibir el uso de los móviles tanto en las clases como en los recreos y superar el actual criterio de discrecionalidad que impera en los centros escolares y que lógicamente ampara a los alumnos que convierten la travesura en delincuencia pura y dura. Las nuevas tecnologías hacen la vida más fácil al ser humano pero pueden convertir las de muchos en un infierno si caen en manos irresponsables. Con los menores, padres y colegios tienen ahora la última palabra.

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