Cofradías

Menos gente en la noche más hermosa

Sevilla vivió la Madrugá más tranquila y con menos público en las calles de la última década.

el 03 abr 2010 / 18:24 h.

Diez años después, ya nada es igual. Irremediablemente, la noche más hermosa de Sevilla sigue perdiendo sangre por la herida, aún sin cicatrizar, de aquella Madrugá de las estampidas.

Un suceso que marcó un antes y un después en la relación del sevillano con su fiesta mayor y que generó un miedo latente en el imaginario colectivo de la ciudad y de sus habitantes que aún persiste.

La sangría de público, habitual desde entonces en las horas centrales de la noche, se acrecentó este año hasta límites insospechados. Con los nazarenos de la Macarena en la calle y las puertas de San Antonio Abad a punto de abrirse, los taxis aún podían circular sin problemas por el Centro hasta alcanzar la Encarnación, cuando años atrás las mareas humanas que, desbordadas, iban al encuentro de las cofradías les obligaban a descargar el pasaje en la Ronda.

Los bares estaban a medio gas y era fácil hasta encontrar asiento, cuando otros años pedir un café resultaba una odisea. Sin duda, la pasada ha sido la Madrugá más tranquila, cómoda y con menos gente en las calles de la última década, una impresión reforzada por el descenso en los partes de incidencias y asistencias sanitarias.

Salvo en enclaves estratégicos como el puente de Triana o el entorno de la Resolana, donde el lleno está garantizado, el bajonazo de gente fue realmente apreciable, un mal en el que, amén de la bonanza en las previsiones meteorológicas que favorecían la huida a las playas,  seguro ha tenido mucho que ver la extraordinaria cobertura televisiva desplegada en su primera Semana Santa por la nueva emisora municipal.

Eso sí, el que se echó a la calle en esta Madrugá de guantes y bufandas fue un público selecto y respetuoso con los cortejos procesionales. Nada de pandillas, ni tribus urbanas.

En respuesta a los incidentes del año pasado, el alumbrado público se mantuvo encendido en los alrededores de la plaza del Duque y en el eje Reyes Católicos-plaza de la Magdalena, lo que restó recogimiento a la salida del Silencio. Además, como medida disuasoria, la presencia policial se hizo más patente al llevar los agentes de paisano un chaleco identificativo.

Uno de los momentos cruciles de la noche, el cruce del Gran Poder desde Zaragoza y Gravina, funcionó mejor que otros años gracias a que El Calvario y la Esperanza de Triana intercambiaron sus recorridos de acceso a la Campana. La Madrugá finalizaba al filo de las 14.45 horas con la entrada en su templo del palio de la Virgen de las Angustias de Los Gitanos.  

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