Cultura

"Merece la pena ser torero por triunfar en la Maestranza"

El torero madrileño repasa la situación actual del toreo.

el 23 abr 2011 / 20:30 h.

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El diestro madrileño Julián López El Juli vuelve a Sevilla después del éxito cosechado en la Feria de Abril de 2010

Máximo triunfador de la Feria de Abril del pasado año, el joven maestro madrileño se llevó para su remota finca extremeña todos los premios puestos en lid por los jurados más prestigiosos de Sevilla. En 2010, El Juli mostró en la plaza de la Maestranza la culminación de un proceso de depuración de conceptos que lo ha convertido en uno de los intérpretes más puros del toreo actual. La temporada 2011 la inicia a la cabeza de la torería y con un altísimo grado de responsabilidad al que hay que unir su papel de catalizador en la unión de la profesión después de la deriva abolicionista catalana.


-De nuevo en Sevilla, y el Domingo de Resurrección...
-En un marco como Sevilla es difícil decantarse por un cartel u otro pero en una plaza como la de la Real Maestranza es evidente que el Domingo de Resurrección es un cartel especial. Josemari y Morante son dos toreros muy del gusto de esta plaza, de todas las plazas, y vengo muy ilusionado.


-Es una de las cumbres de la temporada.
-Junto con la corrida de la Beneficencia de Madrid es la gran fecha del año. Es como la Goyesca de Ronda, son las corridas que los toreros sueñan con torear. He tenido la oportunidad de torear en varias ocasiones el Domingo de Resurrección pero éste tiene una connotación especial. Antes los toreaba dentro de la velocidad que llevaba mi trayectoria pero era otro tipo de situación. Ahora sé que estoy puesto por la forma en la que salieron las cosas el año pasado y eso me hace sentir más orgulloso.


-La verdad es que su Feria de Abril de 2010 no pudo ser más redonda.
-Es que Sevilla es una plaza en la que he triunfado, he cortado orejas, pero en los últimos años me estaba costando un poco hacer el toreo que yo perseguía, entrar en la línea que yo quería mantener. Ya en el 2009 me encontré muy a gusto pero sobre todo fue el año pasado cuando salió todo redondo.


-Y la Puerta del Príncipe le sabría a gloria...
-Cuando las cosas te pasan en tus primeros años no las valoras lo suficiente. Cuando ha pasado el tiempo y llevas diez o doce años de matador de toros empiezas a vivir esos triunfos, ese reconocimiento y esa consideración y lo sientes todo con más peso y madurez. Recuerdo aquella tarde: con la lluvia, los paraguas, como salió todo... Lo dije en su día y lo vuelvo a repetir: Merece la pena ser torero sólo para vivir un día como ése. Para mí fue un día inolvidable.


-¿Ésa fue la gran cumbre de El Juli en la pasada campaña?
-Creo que la cumbre la marqué en Dax, ésa fue la feria más completa: le corté un rabo a un toro de Victoriano del Río y tres orejas a una corrida de La Quinta. Ésa fue la plaza en la que brillé a un nivel más alto y disfruté mucho.


-Y el año 2011 comienza con todo el peso de la temporada, tirando del carro y responsabilizado a tope.
-Es verdad, se siente presión. Sabes que el nivel es alto, que los toreros están en un gran momento y que el 2010 fue el año con el que siempre había soñado. Intento liberarme de esa presión y hacer el toreo que quiero, disfrutar y sentirme porque es lo que me fue bien el año pasado.


-¿Ha llegado a la total renovación de su concepto? ¿Ha alcanzado esa exigente meta que se marcó hace algunos años?
-Estoy en ella pero yo creo que nunca se llega a ese final, a esa plenitud total pero estoy en el camino. Antes me veía como víctima del triunfo, esclavo de la velocidad que la vida me marcaba y ahora soy yo el que administro los tiempos y busco lo que quiero. La perspectiva es ahora muy distinta.


-Paradójicamente, buscando esa perfección de la que habla ha encontrado la senda de unos triunfos con mayor repercusión, que dejan una huella mucho mayor.
-Muchas veces los toreros no nos damos cuenta de que cuanto más buscas el éxito menos encuentras tu satisfacción personal. El éxito hace que a veces no te desarrolles artísticamente como podrías hacerlo. La madurez le da mucha más importancia a la plenitud de tu obra, a sentirte a gusto con lo que has hecho y a ser fiel a ti mismo. Los números podrán ser menores pero los triunfos tienen mayor consistencia, mucha más fuerza.


-¿Le costó deshacerse del papel de niño prodigio?
-Lo más duro en mi carrera fue ese momento en el que decidí cambiar de concepto. Fue muy difícil encontrar el toreo que yo quería y que me vieran como yo quería. Pasé dos o tres años muy, muy cuesta arriba; con mucha exigencia, mucha intransigencia y mucha incertidumbre. La verdad es que lo pasé mal pero a raíz de la salida a hombros en Madrid todo empezó a seguir el rumbo que yo siempre había querido y de ahí para acá han sido los años más felices de mi vida, sobre todo el pasado que ha sido el más redondo de todos.


-¿Qué ha cambiado en esos años?
-Mi toreo ha evolucionado aunque el fondo es el mismo y siempre he tenido el mismo concepto. Lo que pasa es que situación no me ha permitido desarrollarlo como yo quería y he tenido unas prioridades que han dejado un poco de lado la evolución que yo quería seguir. El concepto es el mismo pero las formas, el poso, la evolución... todo eso va cada vez a más.


-¿Cuáles han sido sus espejos toreros?
-La grandeza del toreo no se puede resumir en un solo nombre. Las grandes figuras han sido las que han aportado cosas al toreo, y la gente sigue recordándolos al cabo de los años. Los toreros que llegan cogen esas cosas y las invierten en su toreo. Ésos son los toreros importantes: empezando por Joselito y Belmonte que son los dos grandes referentes, pasando por Manolete y El Cordobés y acabando por Ojeda, Ponce, Tomás... muchísimos, me dejo muchos atrás. Sería injusto hacer una lista.


-Después de Sevilla llegará el fielato de Madrid. Su relación con la plaza es apasionada para bien y para mal.
-En la plaza de Las Ventas he vivido los momentos más bonitos de mi carrera. La faena al toro Cantapájaros ha sido una de las cosas más intensas que he vivido pero también he sufrido allí los momentos más difíciles. Es la plaza que más me exige y aunque no explicar bien porqué, tengo muchas ganas de torear en Madrid. Creo que torear en Madrid es sinónimo de grandeza y cuando anhelas hacer cosas grandes tienen que ser en ese tipo de plazas. Estoy dispuesto a pasar muchos días duros en la capital si puedo tener la satisfacción de vivir faenas como ésa de Cantapájaros o el toro de Ana María Bohórquez.


-La unión de los toreros sigue vigente. Hace sólo unos días se celebró una cumbre de figuras de la que han trascendido pocos datos. ¿En qué estado se encuentra esa colegiación torera?


-Está plena de salud. Nosotros ya hemos entregado la batuta a todo el sector taurino porque aquí tenemos que ir todos juntos. El futuro de la Fiesta está en la unión de todos los sectores, asumiendo cada uno su cuota de responsabilidad pero caminando todos en la misma dirección. El arranque era difícil, se trataba de lograr la representatividad necesaria para que se nos abrieran las puertas pero ahora la responsabilidad recae sobre todo el sector.


-¿Tiene buenas vibraciones para la temporada 2011?
-Estoy a gusto. Tengo más toreo en mi cabeza que el año pasado y espero poder seguir desarrollándolo. Me veo más evolucionado y aunque creo que los números del año pasado son prácticamente irrepetibles, me encuentro muy feliz. En Vistalegre, Castellón o Valencia ya han pasado cosas importantes y me he encontrado a buen nivel todos los días, con ganas de hacer cosas, esperando que llegue la actividad para seguir desarrollándome.


-¿Se ha marcado algún objetivo especial para este año?
-Voy a matar alguna corrida del encaste Santacoloma. Es un tipo de toro con el que se puede hacer el toreo actual. En cualquier caso se trata de dar la cara en todas las plazas de primera y apostar fuerte aunque quizá toree algo menos, primando siempre la calidad sobre la cantidad. No me gustaría pasar de 60 corridas de toros. Hay que salir cada día con la máxima intensidad.

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