El virus A/H1N1 alteró la vida de los mexicanos hasta tal punto que tuvieron que suspender sus fiestas, olvidar sus efusivos abrazos y dejar vacíos restaurantes y cantinas, por lo que ahora buscan recuperar la alegría con la vuelta a la normalidad tras varios días de encierro obligado. Pero este regreso será sin los habituales saludos -dos apretones de manos, intercalados por un abrazo, entre los hombres; y la mano, el beso y el abrazo entre mujeres y hombres-, pues se mantiene la alerta sanitaria por el contagio del virus.
Durante estos días a los amantes del fútbol no les quedó otra que seguir los partidos por televisión y los católicos escucharon misa a través de la pantalla chica. Los niños y adolescentes que brincaron de gusto cuando se anunció que no iban a la escuela al día siguiente se sumieron en el aburrimiento cuando la medida se amplió y se restringieron las actividades públicas. Además, durante cinco días las autoridades decretaron asueto obligatorio para atajar al virus de la gripe.
La alcaldía capitalina cerró bares, gimnasios, cines, teatros, zoológicos, todo lo que oliera a congregación de ciudadanos. Y ordenó que los 35.000 restaurantes solo atendieran pedidos a domicilio. "¡Menos mal que existe la televisión!", dijo a Efe el adolescente Santiago, hijo único, quien no puede ni reunirse con amigos en la calle.
El regreso paulatino a la normalidad se da en una atmósfera en la que se respira temor y cansancio. En el transporte colectivo las personas van calladas, muchas con tapabocas. En las oficinas la gente se reprime de saludar con efusividad y sólo extiende su mano para marcar distancia.
Las autoridades sanitarias bajaron ayer la alerta sanitaria del nivel naranja (elevado) a amarillo (medio), con lo que se reabrirán al público estadios deportivos, plazas de toros, cines y discotecas, aunque con medidas de prevención.
