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Mi Betis, mi tesoro

Dieciséis años, tres meses y doce días después, Manuel Ruiz de Lopera y Ávalos sigue presumiendo de ser el único que avaló 780 millones de pesetas el 30 de junio de 1992 y permitió la entrada del Betis en el plan de saneamiento del fútbol profesional. Y ya han pasado 5.948 días. Foto: EFE.

el 15 sep 2009 / 16:39 h.

Dieciséis años, tres meses y doce días después, Manuel Ruiz de Lopera y Ávalos sigue presumiendo de ser el único que avaló 780 millones de pesetas el 30 de junio de 1992 y permitió la entrada del Betis en el plan de saneamiento del fútbol profesional. Y ya han pasado 5.948 días. Para el presidente perpetuo, máximo accionista y consejero delegado de la centenaria entidad de Heliópolis, el Betis es su Betis, nació en la calle Jabugo el año de la Expo de Sevilla y morirá en los brazos de BSport el año de la Expo de Zaragoza... presuntamente, porque Lopera, que en todo este tiempo anunció no menos de cinco veces que se iba y nunca se fue, presenta un brillante currículum de proyectos a medio hacer: el estadio, TeleBetis (con Bertín Osborne), una residencia "para béticos que no quieran meterse en un asilo", el equipo que le ganó la Copa del Rey y que no reforzó como debiera, quién sabe si la ciudad deportiva de Benacazón... O el más importante: dejar las acciones a los béticos. Lo dice su testamento.

Don Manuel, hijo de don Luis y doña Encarnación, nació el 13 de agosto de 1944 en El Fontanal. Empezó vendiendo pan en un carrito y viseras de cartón en el fútbol, ascendió a empresario con la venta de electrodomésticos y se convirtió en multimillonario gracias a una interminable lista de negocios, pero jamás salió de su casa y apenas se alejó de su barrio. Cuando le tocó casarse, con 20 años, lo hizo en Pío XII.

Resumir en un centenar de líneas la vida del hombre con más mando en la historia del Betis es casi tan difícil como pretender que Lopera no alardee del 92 ni critique a la oposición. A grandes rasgos, en los años setenta ya primaba a los futbolistas sin ser directivo, en 1991 entró en el club con el patrocinio del hoy presidente, José León, y una tarde veraniega de 1992 llamó al Banco Central Hispano de María Auxiliadora, aclaró el futuro del club... y hasta hoy.

Bajo su reinado, el Betis ha ganado una Copa, ha disfrutado de dos ascensos, ha sufrido un descenso, ha competido cinco veces en Europa y ha fichado a 17 entrenadores y 102 futbolistas. En todo ello hizo y deshizo Lopera, un hombre imposible de desentrañar, omnipresente y obsesivo, admirado y odiado. Tan egocéntrico que grabó un vídeo sobre el día en que salvó al Betis y actuó de sí mismo al lado de sus consejeros. Tan contradictorio que se peleó con el único técnico que le regaló un título, Lorenzo Serra Ferrer, y vitoreó a tantos otros que no le dieron nada. Y se gastó 5.000 millones de pesetas en Denilson, y fichó a Alfonso y Finidi (y también a Ivonaldo y Jaime Pérez), y vio cómo su plantilla se le amotinaba después de bajar a Segunda, y se negó a que su equipo vistiese de blanco en Toledo ("antes me choco con un poste de la SE-30"), y acolapsó La Palmera, y se peleó con sus futbolistas, sus entrenadores, sus criaturitas, otros presidentes, los árbitros, la Federación, los políticos y los periodistas. Y fue un hombre muy poderoso que un día pidió a los béticos que no votasen a Manuel Chaves... y Manuel Chaves posó años después a su lado en la inauguración del medio estadio nuevo, cuando dijo que allí no estaba su dinero sino su sangre (de lo que se deduce que necesita una buena transfusión, porque ocho años después el estadio sigue tal cual, sin una gota de sangre ni un ladrillo más).

Semejante poder, sin embargo, tiembla de un tiempo a esta parte: hace dos años, Lopera fue castigado por un delito fiscal; hace seis meses volvió a ser denunciado por "vaciamiento patrimonial" del Betis. Y la Justicia será lenta, pero nunca deja nada a medio hacer.

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