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'Mi ilusión ahora es ganar la Copa Davis'

Esta vez no fue una derecha de Federer a la red la que le dio el triunfo como en Londres, sino una larga al fondo, a la tercera bola de partido, tras la que Nadal se tumbó de espaldas en la pista azul de la Rod Laver Arena tras vencer al tricampeón de este torneo. Foto: EFE.

el 15 sep 2009 / 22:03 h.

Cuarenta y un años después de que un español luchase por primera vez por ganar el Abierto de Australia, Rafael Nadal cerró una de las pocas conquistas que le quedaban al tenis hispano al derrotar al suizo Roger Federer en Melbourne y hacerse con su sexto título del Grand Slam.

Nadal se impuso a Federer por 7-5, 3-6, 7-6 (3), 3-6 y 6-2 en cuatro horas y 23 minutos para destrozar al suizo, quien rompió a llorar en la entrega de trofeos y no fue capaz de articular palabra, hasta en un segundo intento minutos después, en el que también tuvo que detenerse porque su garganta no le daba aliento. "Rafa tú lo mereciste, fantástica final, y gran temporada el pasado año", dijo como pudo.

Rafa le abrazó y luego le dedicó lo mejor de su discurso. "Lo siento por hoy", le dijo. "Sé realmente lo duro que es, pero tú eres el mejor de la historia y seguro que igualarás los 14 de Sampras. Me encanta jugar contra ti y te deseo lo mejor para el resto de la temporada. Recibir el trofeo de manos de Rod Laver es un sueño para mí", expresó el español.

Nadal ganó como auténtico número uno del mundo que es, sufriendo en la pista, sobreponiéndose al dolor y dosificando sus energías después de la épica batalla que libró contra Fernando Verdasco en semifinales.

En esa ronda sufrió durante cinco horas y 14 minutos, en el partido más largo en la historia de este Abierto. Ha tenido después la fortaleza mental y física para vencer al suizo al límite de sus fuerzas con una sangre fría espectacular. En dos partidos, con día y medio de descanso, el manacorense ha sumado más de nueve horas y media de lucha. Esa es su gloria.

El español, que ya evitó que Federer rompiera el récord de Bjorn Borg de cinco títulos de Wimbledon ganados consecutivamente en el último duelo en el All England Club el año pasado, en el considerado mejor partido de la historia, y el más largo de los anales allí, hizo naufragar de nuevo a Roger, que buscaba igualar los 14 grandes del estadounidense Pete Sampras y que tenía a su ídolo, Rod Laver, sentado en el palco esperando su victoria.

Esta vez no fue una derecha de Federer a la red la que le dio el triunfo como en Londres, sino una larga al fondo, a la tercera bola de partido, tras la que Nadal se tumbó de espaldas en la pista azul de la Rod Laver Arena tras vencer al tricampeón de este torneo.

Y todo esto jugando en pista dura, donde Nadal logró la victoria para ser todavía más número uno, un puesto que asegura con casi 3.000 puntos, convirtiéndose en el primer zurdo que triunfa aquí desde el checo Petr Korda en 1998.

La barrera que no traspasaron en su momento Juan Gisbert (1968), Andrés Gimeno (1969) y Carlos Moyá (1997) en el cuadro masculino, ni Arantxa Sánchez (1994-95) y Conchita Martínez (1998) en el femenino se la saltó ayer Nadal para acabar con esa maldición en Australia.

El zurdo mallorquín se superó a sí mismo para lograr su título número 32, el primero del año, y cambiar de registro. Ahora, con la experiencia de sus cuatro triunfos de Roland Garros y uno de Wimbledon, su mentalidad puede encaminarse a otra conquista, la del verdadero Grand Slam, si es capaz de vencer en Flushing Meadows, donde el año pasado fue semifinalista.

Y Rafa cumplió ese deseo aunque con excesivo trabajo, pero con una entrega encomiable. Así ganó el primer set en 59 minutos, después de ir perdiendo 4-2, rompiendo a su rival en el undécimo y cerrando con un genial punto desde el fondo.

En el segundo tuvo opciones, cuando tras robar el saque se colocó con 3-2 y servicio y 30-30, pero Federer, en una gran reacción, ganó cuatro juegos seguidos que hicieron mella en Nadal.

Tercero decisivo. En el tercero el español siguió a remolque, remando ante un Federer lanzado. Pero Rafa fue capaz de levantar un 0-40 en el noveno y otros tres puntos de rotura en el undécimo. En esas seis defensas se afianzó el balear para disponer de un punto de set a favor en el duodécimo que se le escapó por poco. No obstante, en el desempate, el español mantuvo la cabeza fría para ganarlo y resistir adelante.

Federer se puso por delante en el cuarto con 2-0, pero Nadal quebró a continuación sin importarle demasiado. Luego en el sexto, tras haber dispuesto de cinco oportunidades para romper, cedió su saque (4-2) y la cuarta manga. Cualquiera se hubiera hundido, pero no Nadal.

Después de tres horas y 49 minutos de lucha extenuante, con ambos entregados, sin bajar la guardia, Nadal fue un coloso en el quinto parcial, el que decide al auténtico campeón. Pocos jugadores hubieran resistido tanta presión, más después de su desgaste en semifinales. Pero el de Manacor quebró en el cuarto juego (3-1) y ahí vio el triunfo cerca. Fue a la tercera bola de partido cuando Roger Federer comprobaba en sus carnes que una vez más no podía con el fenómeno español. De ahí su llanto.

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