Si a los sevillistas les hubieran dicho que vivirían una goleada histórica al Betis, seguramente muy pocos habrían dado crédito esas palabras. Al igual que los béticos tampoco hubieran imaginado un varapalo de estas características.
La victoria del Sevilla llega justo cuando se discutía el papel de Míchel al frente del proyecto. Esta vez, sin embargo, el equipo se desató: salió a por todas, aprovechó un error tempranero y se convirtió en huracán. Su presión, intensidad, concentración y esa pegada que tanto se le reclamaba le llevaron a firmar una primera parte histórica.
Para el Betis, en cambio, la decepción fue grande, muy grande. Se veía con opciones de volver a ganar en el Sánchez-Pizjuán tras un brillante inicio de temporada labrado por méritos propios. Esta vez, sin embargo, el equipo de Pepe Mel no hizo acto de presencia. Un día para olvidar.
El 5-1 será especialmente recordado por tres protagonistas: Reyes, quien con sus dos goles en un Sánchez-Pizjuán enfervorecido vivió la noche soñada; Fazio, eternamente discutido pero autor ya de 4 tantos en lo que va de temporada; y Míchel, reforzado tras este triunfo histórico. En Bilbao señaló a los jugadores y tras el derbi hizo lo mismo, pero esta vez atribuyéndoles todo el mérito. En cualquier caso, la respuesta del club seguirá siendo la misma respecto al técnico: "Suena Míchel". La confianza en él es ciega.
