Resoplando, santiguándose y visiblemente nervioso. Así terminó Samuel Benítez el cara a cara con Miguel Carcaño, el autor confeso del crimen de Marta del Castillo, a quien le enfrentó ayer el tribunal a petición de la familia de la joven, ante lo contradictorio de sus versiones. "Lo único que te quiero decir, ya que estás implicado conmigo, es que digas dónde está Marta, ya que tú estas en la calle y yo estoy en prisión y se ve que tu actitud es lo más pasota que se puede ser", dijo Miguel a su supuesto cómplice con toda tranquilidad, al inicio de un careo que no sirvió nada más que para terminar de dibujar las personalidades de ambos jóvenes.
Fueron dos minutos y cuarenta segundos sentado frente a Carcaño, pero a Samuel se les debieron de hacer eternos. Fue una lucha que ambos afrontaron de diferente manera. Miguel , sabedor que va a ser condenado porque siempre ha confesado el crimen, mucho más tranquilo, aunque más espeso mentalmente hasta el punto de que su amigo casi no le dejaba hablar. Samuel, en cambio, se mostró alterado y mucho más nervioso. Sabe que se juega la condena por encubrimiento e intenta, por todos los medios posibles, demostrar que si confesó ante la Policía fue por las presiones de los agentes.
Por eso, el joven se encendió cuando Carcaño, como si con él no fuera el juicio, le instó a que dijera dónde está el cuerpo. Samuel, dejando ver su fuerte carácter, le contestó con una frase hecha, "cree el ladrón que todo el mundo es de su condición", para luego replicarle lo poco creíble que resulta que alguien que no ha tenido nada que ver con un crimen ayude a ocultar un cuerpo. "Quién se prestaría a ayudar a la desaparición de un cuerpo cuando otra persona ha sido el que la ha matado, porque yo no", dijo tajante tras enredarse en repetidas y forzadas disculpas las personas que estaban en la sala.
Samuel prosiguió pidiéndole a su amigo explicaciones sobre su nueva versión, en la que asegura que fue él quien se llevó el cuerpo junto con el Cuco en un Opel Astra granate, mientras Miguel se quedaba en León XIII limpiando . "Y explícame cómo es posible que me estés metiendo en una hora de nueve y cuarto, nueve y media, cuando a esa hora estoy con mis testigos en Montequinto" y "con un coche que no tiene ninguna de mis amistades", le replicó Samuel, que no paraba de apuntarle con el dedo.
Sin inmutarse, Miguel le lanzó uno de los fallos que tiene su coartada: "No, no, explícame tú, por ejemplo, que dices los tickets de autobús, pero nunca han aparecido". Rápidamente, Samuel vuelve a defenderse con vehemencia: "pero es que a ti no te tengo que demostrar nada". Miguel, que tiene más que aprendido lo que tiene que decir y con un lenguaje impropio en él, le replicó que "intento demostrar que tú ese día cogiste el autobús, tenías coche", tras lo que le preguntó si también era mentira que la noche del 24 de enero de 2009 estuvo en el piso de León XIII. "Está confirmado que tú apagas el móvil. En esa época tú eras más listo que yo, por eso tú estás en libertad y yo estoy en prisión", agregó Miguel, como si quisiera dejar claro que ahora no es así y que le estaba ganando en el careo.
Samuel se exaltó tanto ante la provocación del que fuera su amigo que cuando le contestó "sí, yo voy a ser Forrest Gump que desde Montequinto a tu casa tardo cinco minutos" y "o tengo un hermano gemelo o soy el primo de Forrest Gump" se ganó la reprimenda del tribunal por su estado. "Señoría, discúlpeme, pero como usted comprenderá con acusaciones falsas no puedo, es normal que me hierva la sangre", señaló para justificarse.
El juez dio por terminado el careo, que lo único que demostró es que los implicados están más preocupados en no ser condenados que en aliviar el sufrimiento de la familia de Marta, y que terminó después de que Samuel asegurara que "en este país es fácil acusar sin aportar pruebas".