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Cultura

Miguel de Tena partió el bacalao en el Festival de Dos Hermanas

El viernes iniciamos nuestro peregrinar festivalero del verano en Dos Hermanas, la tierra de Juan Talega, Manolo Pavón y Pepe Collantes de Terán, el gran caracolero, que andaba por allí.

el 15 sep 2009 / 06:22 h.

El viernes iniciamos nuestro peregrinar festivalero del verano en Dos Hermanas, la tierra de Juan Talega, Manolo Pavón y Pepe Collantes de Terán, el gran caracolero, que andaba por allí.

El Auditorio Municipal parecía una verbena, con sus puestos de alcatufas y altramuces, el chiringuito a la entrada, los niños corriendo por el césped y sus padres cargando con la clásica nevera repleta de refrescos, cervezas y el imprescindible picadillo de pimientos y tomates.

En este festival no se hace verdad eso de que el flamenco tiene más de culto de iglesia que de bullicio de boda: existe una relación perfecta entre el público y el artista; el aficionado va al festival a disfrutar del cante y, si puede ser, a charlar a voces con el artista desde el graderío.

Todo esto hace que el festival no sea aburrido, como suele ser normal en casi todos los de este corte, sino todo lo contrario: el pasado viernes, las mil quinientas personas que se dieron cita en el Auditorio Municipal disfrutaron de lo lindo con todos los cantaores, porque fueron a disfrutar y no a averiguar en qué compás entra el de la Tomasa en la soleá o dónde mete el fuelle Miguel de Tena cuando hace los espectaculares fandangos del Pena hijo.

Este cantaor extremeño se convirtió, por cierto, en el gran triunfador de la noche. Como es de la escuela paya, la gaché, la melódica, la del falsete, se dice por ahí que no es tan bueno como lo pintan. Ya se sabe: si uno imita a Antonio Mairena, es un continuador del clasicismo y el cante gitano-andaluz; si alguien recuerda a Vallejo, se dice que es un mero imitador. ¡Pero bueno!

Miguel de Tena fue el único que puso de pie a todo el público, a puristas y a vanguardistas, a gitanistas y a folkloristas. Y lo hizo con farrucas, caracoles, la bulería María de la O versión Vallejo, La Salvaora de Caracol y fandangos de Canalejas, Vallejo y el Pena hijo. Se convirtió en el gran triunfador y no vamos a negarle el éxito ni porque no haya nacido en Sevilla o Cádiz, sino en la provincia de Badajoz, ni porque tenga la voz fina. Se lo ganó a pulso.

Los demás tuvieron también una buena noche, sobre todo la bailaora Eli Parrilla, de Paradas, que dejó claro cómo hay que bailar la guajira y las alegrías. Apuntó buenas maneras Tamara Aguilera, de Coria del Río, que actuó como ganadora del Concurso de Cante Naranjito de Triana, de la Fundación Cristina Haeeren; se dejó el alma, como siempre, el omnipresente Pepe Galán; se templó muy bien en la bulería por soleá y en la seguiriya el sevillano José el de la Tomasa, que es siempre un placer para los sentidos; y, por último, se vació del todo un José Domínguez, El Cabrero, con profundidad en la soleá y en la zambra caracolera, y con su conocida personalidad en los fandangos de Huelva. Si hay algo que no se le puede negar al artista de Aznalcóllar es que es un gran profesional.

Hubo un sentido homenaje al guitarrista local Manolito Monge. Brillaron también a gran altura los guitarristas Rafael Rodríguez, Antonio Carrión y el Niño Elías, así como los cantaores de cuadro Juan Reina y Sebastián Cruz. Y hasta los técnicos de sonido, que cortaron orejas y rabo. Felicidades.

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