Cultura

Miguel de Tena resucita a Vallejo en Osuna

El cantaor más largo de todos los tiempos, Manuel Vallejo, de quien el próximo año conmemoraremos el cincuentenario de su muerte, le replicó a Caracol cuando el de la Alameda dijo que el cante no era para sordos, seguramente apuntando al de la calle Padilla. "Ni para mudos", le espetó Vallejo al tataraniento del Planeta.

el 16 sep 2009 / 06:58 h.

El cantaor más largo de todos los tiempos, Manuel Vallejo, de quien el próximo año conmemoraremos el cincuentenario de su muerte, le replicó a Caracol cuando el de la Alameda dijo que el cante no era para sordos, seguramente apuntando al de la calle Padilla. "Ni para mudos", le espetó Vallejo al tataraniento del Planeta.

Con los dos genios bajo tierra, la arcaica discusión sigue ahí. ¿Era Vallejo un cantaor para disminuidos auditivos? ¿Caracol era un cantaor mudo? Miguel de Tena no entra en tan absurda porfía tabernaria: se dedica a explotar su don, el de parecerse a Vallejo en cuestiones de poderío y arco melódico. Es un fiel copista, pero donde canta acaba con todos los que se suben al escenario con él. El pasado sábado lo hizo con José el de la Tomasa y Manuel Cuevas en el IV Festival Flamenco de Osuna, celebrado en la plaza de toros con una magnífica entrada de público y un estupendo ambiente veraniego.

Antes de que la liara Miguel de Tena, abrió la noche la joven cantaora sevillana Alicia Acuña. Lo hizo por seguiriyas, algo extraño, evocando los ayes lastimeros de Juanito Mojama y queriendo recordar a Chacón en una milonga totalmente malograda. Sólo cautivó en los tanguillos de Cádiz, en honor a Chano. Pero al menos supo ponerle bien al toro a Miguel de Tena.

El de Ruecas (Badajoz), acompañado muy bien a la guitarra por el rinconero Manuel Herrera, cantó una portentosa malagueña de Enrique el Mellizo terminada con unos espectaculares fandangos abandolaos de Córdoba, Málaga y Granada; se templó muy bien en unos hermosos tientos de Caracol y El Chozas (No le gusta la pelea) y, entre otras cosas (una milonga de las lloronas), acabó con una larga tanda de fandangos naturales del Niño de Orihuela, Vallejo y Porrinas de Badajoz, entre otros.

No pueden imaginarse la que se formó en el coso taurino ursaonés con el nuevo Fleta del cante jondo. Apartado del micrófono, abrió sus pulmones hasta límites sobrehumanos y despertó a todos los pájaros que dormían plácidamente en los olivos que van de Osuna a Martín de la Jara y a los cernícalos que descansaban en La Colegiata.

Cuando salió el maestro José el de la Tomasa, con el guitarrista Antonio Moya, su cara era un poema. "Y ahora, ¿qué canto yo?", se estaría preguntando el nieto de Pepe Torre mientras la bajañí calentaba cuerdas. Curtido ya en mil batallas, echó mano de su repertorio de toda la vida y le cantó a los cabales, a los que valoran algo más que las voces efectistas. Se templó por soleá y, en un principio, parecía que los duendes los había dejado en Chipiona, donde compone sus bellas letras mientras le hace la vida imposible a los róbalos.

Fue en las alegrías de Cádiz donde consiguió captar el interés del público, para acabar de convencer en las seguiriyas, el himno de su familia, como él suele decir cuando aborda este difícil palo. Eligió los fandangos para culminar una actuación que se le había puesto complicada.

Nos quedaba el otro Fleta de la noche, el cantaor local Manuel Cuevas, un auténtico fenómeno de la Naturaleza. Éste no despierta a las tontillas, las echa de la comarca cuando canta. Su voz no es tan aguda como la de Miguel de Tena y no cuadra mal el cante, pero la noche del sábado no fue la suya. Lo intentó por todos los medios, entregándose totalmente, pero el morral ya estaba lleno de cantes y el frío atenazaba nuestros músculos.

El grupo Sabor Jerez cerró a compás una noche que no pasará a la historia, pero en la que un extremeño portentoso resucitó al gran Manuel Vallejo, algo que sólo unos pocos desaprobaron.

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