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Miguel Ferrer: "El cambio climático obliga a virar el sistema económico"

El presidente de la Fundación Migres e investigador del CSIC organiza hasta el sábabo en Algeciras el II Congreso sobre Migración de Aves y Cambio Climático, un foro de primera línea para pintar escenarios y proponer soluciones.

el 17 mar 2010 / 22:09 h.

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Miguel Ferrer.

-Su fundación celebra estos días un congreso mundial sobre aves y cambio climático en Algeciras. ¿Cuál es el eje sobre el que disertarán los expertos?
-Hay un hecho innegable: los hábitos y costumbres de las aves migratorias se están modificando. Algunas cambian radicalmente sus fechas de paso, porque pasan más tiempo en Europa al haberse incrementado la temperatura. Un ejemplo que todos podemos observar es el de las golondrinas. El cambio climático modifica las condiciones de las zonas de invernada de las aves, alterando su naturaleza.


-Más allá de las costumbres y de las estampas hasta ahora conocidas, ¿qué daños provoca esta nueva tendencia?
-Afecta muy negativamente, porque el cambio incide directamente en los factores de reproducción de las aves migratorias. Los tiempos de llegada a las zonas de reproducción se alteran, con ellas se reducen las posibilidades de cría, lo que hace que haya menos nacimientos en los cuarteles estivales. Además, a eso se suma que las condiciones físicas de las aves se ven mermadas y eso tampoco ayuda a preservar las especies.


-¿A qué especies afecta especialmente el cambio?
-Prácticamente a todas las aves migratorias, es un giro global. Significativo es el caso de los milanos reales, que cada vez se reproducen más al norte, en hábitats que no son los suyos, o los gansos europeos. Han modificado sus estancias en apenas 30 años, no hablo de 300. Todas las alteraciones están condensadas en muy poco tiempo y eso lo hace más preocupante.


-¿Saben ya cómo atajar esas consecuencias nefastas?
-Aún estamos en ello. Lo primordial es que se elaboren escenarios lo más precisos posibles, porque cuanto más nos acerquemos al qué ocurre y qué puede pasar, mejor podremos actuar. Para eso es indispensable el trabajo que desarrollamos en congresos como el de Algeciras, donde se dan cita casi 300 expertos de más de 25 nacionalidades.


-¿Y cómo está afectando esta alteración del clima al Estrecho de Gibraltar, que es uno de los referentes mundiales en las rutas de aves migratorias?
-Como en otros puntos de Europa, el cambio global está provocando que las aves de migración larga se conviertan en aves de migración media. Sus desplazamientos ya no implican tanta distancia y no exigen escalas en lugares muy dispares del mundo. Tampoco tenemos, por tanto, la consiguiente adaptación a los nuevos hábitats, lo que, a largo plazo, siempre ha constituido uno de los principales factores generadores de diversidad biológica. Aquí tenemos ahora más especies africanas que nunca, como el ratonero moro. Y hay una generalizada disminución del paso por el Estrecho de aves de pequeño tamaño, hemos bajado a una octava parte de los que se podían divisar hace tres décadas. Ni siquiera las cigüeñas cumplen ya con los refranes. Las isotermas en el Estrecho van 20 veces más rápido que en la última gran glaciación pero siempre ha habido cambios en el mundo. Lo que tenemos que aclarar es si los seres vivos son capaces de adaptarse a ese cambio. Las aves, por su sensibilidad y movilidad, son ideales para estudiar el cambio y sus efectos, no sólo como fauna, sino por su capacidad para transportar insectos, microorganismos, plantas y semillas. Es impresionante para el estudio porque estas aves hacen entre 10.000 y 15.000 kilómetros y en ellas podemos estudiar un cambio muy completo. Sólo por el Estrecho pasan más de 30 millones de aves de casi 400 especies diferentes que emigran a África cada otoño.


-El afán de los científicos está claro a la hora de afrontar este reto pero, ¿encuentra el mismo calor en los políticos?

-Evidentemente no, no es suficiente lo que están haciendo las administraciones, no calibran aún el mazazo que supone. Se concienciaron con el agujero de ozono porque caló también en los ciudadanos, pero aquello era mucho más sencillo. Este reto es total, nos obliga a replantearnos y virar el sistema económico y a ser muy cautos.


-¿Cree que la crisis podrá suponer una oportunidad para que el debate cale?
-Eso espero y eso estoy viendo. Hay muchos sectores que han visto que sólo lo sostenible tiene futuro y que, además, puede ser rentable. Es fundamental que haya también capital privado implicado en el medio ambiente y sus retos y si no dan ese paso, nos estrellaremos todos.


-¿Pero estamos a tiempo de recomponer la situación?
-Sí, estamos a tiempo de revertir la situación, pero debemos actuar de forma concienzuda y urgente. Actualmente, para mantener el nivel de vida del primer mundo hacen falta los recursos de 1,4 planetas, o sea, que esquilmamos uno y no tenemos suficiente. Eso hay que pararlo ya o entonces no habrá retorno.

-Por ejemplo, ¿las conclusiones que surjan de Algeciras servirán de algo realmente o quedarán en mero voluntarismo?
-Servirán, estoy convencido, porque los expertos que vienen difundirán ese conocimiento y podrán aplicar correcciones. Hasta las administraciones tendrán que escucharnos, ya que las propuestas van a ser debatidas (y esperamos que aprobadas) por el Grupo de Expertos en Biodiversidad y Cambio Climático del Consejo de Europa, del que forman parte ahora 54 países. Será en una reunión que se celebrará en junio, en Reykjavik, y si proponemos adaptaciones, si se consigue que los políticos actúen colaborando con entidades privadas, estaremos dando pasos en firme. La ciencia aporta y también deben hacerlo los gestores.

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