Cultura

Miguel Ortega: "He soñado muchas veces con la Lámpara Minera y por fin la he logrado"

El cantaor de Los Palacios conquistó el pasado sábado la Lámpara Minera en el Festival del Cante de las Minas, además de otros tres premios más. Su vida ha cambiado para bien de la noche a la mañana, convirtiéndose en una voz famosa a la que se le abrirán muchas puertas importantes.

el 20 ago 2010 / 18:26 h.

-Con cuatro años ya cantaba, ¿aprendió a cantar antes que a hablar, entonces?

-Antes de cantar ya hablaba perfectamente. En las dos cosas fui muy adelantado.

-Pero no nació en una familia de mucha tradición flamenca, si estoy en lo cierto.

-Ni mucho menos. El abuelo de mi padre cantaba muy bien por malagueñas, pero sólo fue aficionado. Eran de Lebrija y le decían los Cebollos.

-O sea, que un poco más y le apodan Miguel El Cebollo.

-Mis apellidos son Pérez Ortega y fue Paco Cabrera quien decidió que me llamara Miguel Ortega, porque este apellido es de mucha enjundia flamenca, como sabe.

-Cuando habla de Paco Cabrera le brillan los ojos. Supongo que estos días lo habrá recordado, después de entrar en la historia del cante minero con este premio.

-Por supuesto. Fue el primero que creyó en mí y me ayudó mucho. El flamenco no puede entenderse en Sevilla sin este gran hombre.

-¿Llegó a obsesionarse con la Lámpara Minera de La Unión?

-Lo intenté hace más de diez años y gané algunos premios, pero la Lámpara se me resistía y lo dejé. Supongo que tenía que madurar como cantaor para volver a intentarlo. Yo canto a mi aire, y a este concurso hay que ir con la lección aprendida.

-¿Cómo se preparó para ir a por todas y ganar lo que ha ganado?

-Estudiando mucho a Antonio Piñana, a Pencho Cros, a Encarnación Fernández, a Eluterio Andreu... Es lo que hacen todos los que quieren ganar la Lámpara.

-Hay quienes, además de estudiar, se trabajan las buenas amistades y, a veces, les ha dado resultado...

-Ese camino nunca lo quise coger yo. Se dicen muchas cosas, pero yo sabía que sólo estudiando podría conquistar La Unión.

-¿Qué cree que va a ocurrir ahora? Muchos ganaron la Lámpara Minera y se han ido quedando en el olvido, ¿lo sabe?

-Este premio es muy importante, el más importante de todos, pero no te asegura la vida de cantaor. Te abre puertas y te da un empujón grande, pero lo demás hay que currárselo todos los días. Yo siempre tengo los dos pies en el suelo.

-Tiene los mismos años que tenía Vallejo cuando ganó la Llave de Oro del Cante Flamenco en 1926. ¿Le llega este premio en el momento justo?

-Yo llevo 30 años cantando y soy profesional desde hace mucho tiempo. Creo que me va a venir bien para conseguir hacer realidad mis sueños.

-¿Qué sueños son esos?

-Consagrarme en primera figura del cante, cantar en solitario, crear escuela. Vengo soñando con esto desde que a los 5 años me vestía como El Cabrero.

-¿Qué se lo impide?

-Hay muy buenos cantaores y no es fácil hacerse figura. Con lo del premio parece que muchos han descubierto a Miguel Ortega como cantaor de flamenco, después de tantos años de lucha.

-¿En su pueblo también? ¿Le rendirán un homenaje como al futbolista Navas?

-Lo dudo mucho. El fútbol es más mediático que el cante y yo no soy profeta en mi tierra. Supongo que ahora me considerarán más.

-¿Piensa dejar de cantar para el baile y para la guitarra de Vicente Amigo?

-De momento voy a cumplir todos mis compromisos, porque estaré en la Bienal con Fernando Romero y José Antonio, con Javier Barón... Y con Vicente me voy ahora once días a México. Eso es sagrado. Si puedo enfocar mi carrera solo, será estupendo; pero eso sólo lo dirá el tiempo.

-¿Cómo va su primer y único disco hasta el momento?

-No corren buenos tiempos para los discos. Me lo produje yo mismo y no tiene buena distribución. Tendré que moverlo ahora un poco más, porque es un trabajo muy serio.

-¿Por qué quiso ser cantaor?

-Por afición. Estudié Administrativo y mis padres querían que hubiera ido a la Universidad. Pero yo tenía claro que me gustaba el cante.

-¿Siempre se ha ganado la vida con el cante flamenco?

-Fui camionero durante tres meses, pero no quería eso. Lo que hago ahora es lo que me hace feliz.

-¿Alguna vez pensó en arrojar la toalla definitivamente?

-Muchas veces. Pero esto es un veneno y uno siempre tira para adelante. Tengo mujer y dos hijos y no puedo permitirme tirar la toalla. A mis 35 años he logrado muchas cosas. Lo mejor vendrá de ahora en adelante, supongo.

-¿Desbordado, quizás, por esta fama tan repentina?

-Si quiere que le sea sincero, un poco, pero bendita sea. No he parado de hablar desde la noche de la final en el Antiguo Mercado. Supongo que pasará, pero lo estoy disfrutando y sacaré provecho de esto.

-Habrá recibido ya ofertas...

-Varias y muy buenas. El Festival de las Minas se encarga de mover mucho a los ganadores de la Lámpara Minera.

-¿Qué sintió cuando por fin tuvo en las manos el trofeo?

-Aún no lo sé, sinceramente. Lo sabré cuando baje de la nube.

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