Cultura

Miguel Poveda nos contó su historia del cante

el 17 sep 2010 / 15:01 h.

El club de fans de Miguel Poveda está hoy bullicioso. No es para menos: el ídolo de miles de aficionados (o no) y algunos apasionados críticos, obtuvo anoche un gran éxito comercial en la apertura de la XVI Bienal de Flamenco. Y eso que no cantó todo lo bien que esperábamos, aunque eso, con Poveda, es lo de menos. ¿Qué importa si cantó o no bien el cantaor de Badalona, si la gente estuvo más pendiente de otras cosas? Nos prometió contar y cantar toda la historia del flamenco y les aseguro que no me enteré de casi nada.

Si no fuera porque me la sé un poco -aunque los povedistas lo duden-, le hubiera tenido que hacer mil preguntas al término del espectáculo, como, por ejemplo, ¿por qué redujo el maravilloso mundo de los cantes de levante al taranto de Manuel Torre? Él, que se lo debe todo a la minera de Pencho Cross.

Poveda hizo docena y media de cantes y podría haber hecho otra docena y media. Hasta podría haber cantado los números de la Primitiva de esta semana, si hubiese querido. Aplausos no le hubiesen faltado, desde luego. ¿Y qué? ¿Qué ha querido demostrar con este espectáculo mediático y politizado? Fue patético ver al presidente Griñán y al alcalde Monteseirín dando una improvisada rueda de prensa en el albero de la Maestranza minutos antes del comienzo del espectáculo.

Poveda debió negarse a esa barbaridad, pero, de haberlo hecho, el próximo verano bajarían sus conciertos subvencionados. Pero vamos a dejar a esta gente, que es el arte lo que nos interesa. La verdad es que tuvo momentos estupendos, sobre todo por seguiriyas y bulerías. Enormes, aunque en las seguiriyas estaba más preocupado de que lo escucharan en la grada, que de cantar bien.

Lo digo por las voces que pegó. Quiso contarnos la historia del cante y aquello era un gazpacho, con una puesta en escena a todas luces mejorable y unas coreografías horribles del bailaor Rafael Estévez, que estuvo toda la noche arrastrando sillas por el escenario. ¡Cuánto talento! Sé que estas cosas no les importan a los povedistas, pero hay que decirlas. Al que dicen que es el número uno del cante hay que exigirle calidad y la noche del miércoles la dio en pequeñas dosis, como no podía ser de otra manera. Ahora, chabacanería hubo para poner un puesto en El Jueves. Me refiero a las coreografías y a parte del cuadro acompañante.

Esto no va en demérito de Poveda, que se peleó con todos los cantes, entregándose de una manera extraordinaria y demostrando que chanela algo. Colocó gran parte de su repertorio habitual en una obra que se ha vendido como un estreno, para la que, según el artista, se ha dedicado en cuerpo y alma durante dos años. No lo entiendo. Hemos dicho que se peleó con todos los cantes, pero sin aportar nada nuevo. Poveda es un gran imitador y lo mismo remedó a Morente que a Bambino, con la misma facilidad. Tan buen imitador es, que metió la pata caricaturizando a Mairena, Marchena, Miguel de Molina, Caracol y Porrinas de Badajoz, artistas que pasaron todos a la historia por tener sus propios estilos, sus propios cantes.

El público, claro está, se tronchó de la risa con esta parte en la que el catalán redujo a mera bufonada a algunos de los artistas más importantes de la historia del flamenco. A Don Antonio Chacón, sin ir más lejos, lo homenajeó en dos segundos con un bastón en las manos. No me sorprendió que el público se tronchara con la comicidad de Poveda. Lo que sí me sorprendió es que algunos compañeros de la crítica se troncharan también. Por otra parte, en su recorrido geográfico ignoró a Granada y a Almería, aunque se lució en la malagueña de la Peñaranda, las javeras y las rondeñas, las alegrías de Cádiz, Jerez, Utrera y Lebrija, la caña y el polo, las soleares apolás trianeras, los tangos de El Titi y la rumba de Bambino No me des guerra. No hay que negar que estuvo genial por momentos, porque Miguel tiene mucho arte.

Pero fracasó estrepitosamente en su intento de contar la historia del cante, sobrevalorando sus posibilidades y conocimientos. En cuanto a sus acompañantes, es justo destacar a los guitarristas, Alfredo Lagos, Chicuelo y Jesús Guerrero y, en especial, el cante jondo y personal del jerezano Miguel Lavi -éste sí que canta bien-, además de las preciosas voces de Carmen Grilo y Sandra Carrasco. Y poco más. Estupendo directo, en un espectáculo que era muy complejo, ambiente de romería y felicidad manifiesta de los povedistas. La Bienal comenzó con algarabía. Ya veremos cómo acaba.

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