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Mil días de Marsellesa en Sevilla

Hoy se cumplen 200 años de la conquista de Sevilla por las tropas francesas al mando del mariscal Soult.

el 30 ene 2010 / 19:01 h.

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Era jueves y 1810 no había hecho más que empezar. La mitad norte de España estaba tomada por el ejército de Napoleón y en el sur, el mariscal Soult avanzaba enérgico hacia el interior de Andalucía.

El objetivo: la caída de Sevilla, en ese momento la capital de España. El último día del mes, Soult llega a la ciudad, que se rinde sin luchar. Hoy se cumplen 200 años de aquella jornada. Al día siguiente, 1 de febrero, el hermano de Napoleón, José Bonaparte, se instala en el Real Alcázar como Rey de España.

Había sido el conde de Floridablanca, mano derecha de Carlos IV y de 80 años, quien ordenó radicar en Sevilla el 16 de diciembre de 1808 la Junta Central Suprema de España e Indias ante el avance del ejército napoleónico.

La Junta estuvo presidida por el ministro Francisco de Saavedra, natural de Sevilla y de 62 años. Ni uno ni otro, de avanzada edad y representantes del Antiguo del Régimen, podían ser motores del cambio que se avecinaba en un país acorralado por la invasión francesa pero sin el yugo de la monarquía absoluta -que había claudicado ante Napoleón-: instalar en España las ideas de la Ilustración.

Floridablanca, además, muere pocos días después, el 30 diciembre, y comienzan a llegar a Sevilla, atraídos por la Junta Central, las personalidades que por entonces impulsan las ideas liberales: los sevillanos José María Blanco White y Alberto Lista, pero también Gaspar Melchor de Jovellanos y embajadores de países europeos, como el de Inglaterra, Henry Richard Vassal Fox, conocido como lord Holland. Este escenario va a ser el germen de la Constitución de Cádiz de 1812, pero eso será mucho después de la llegada de José Bonaparte a Sevilla el 1 de febrero de 1810. El primero de los 939 días que los franceses permanecieron en Sevilla.

La Junta de Sevilla había realizado la declaración oficial de guerra a Francia el 6 de junio de 1808. También desde la ciudad se habían organizado y dirigido las tropas españolas del general Castaños que consiguieron la victoria en Bailén ante Dupont el 19 de julio de ese año. Sevilla no sólo era la capital del país que había que conquistar: era el símbolo de la resistencia española.

Y sin embargo, el símbolo no luchó... y se rindió sin enfrentarse a los franceses, aunque eso evitó que fuera destruida, como le ocurrió a Zaragoza. Cuando llegó el ejército francés, la Junta Central había huido ya a la Isla de León (actual San Fernando).

La Junta, reaccionando ante el rápido avance de Soult, había emitido el 1 de enero de 1810 el decreto de convocatoria de las Cortes, y dos días antes de la llegada de las tropas francesas a la ciudad, el 29 de ese mes, fue instaurado mediante Real Decreto el Consejo de Regencia, que sustituiría a la Junta Central Suprema. El mismo día que Sevilla cayó sin oponer resistencia, este Consejo de Regencia se instaló en la Isla de León.

Era jueves. José Bonaparte y Soult hicieron su entrada triunfal en Sevilla. Ambos contaban 40 años y estaban en el auge de sus carreras: el primero venía de reinar en Nápoles entre 1806 y 1808; el mariscal, duque de Dalmacia, era uno de los predilectos de Napoleón y atesoraba destacadas actuaciones en Konigsberg y Austerlitz, por la que Napoleón ordenó en 1805 levantar en París el Arco del Triunfo.

Quién sabe si fue ante esa prestancia por lo que Sevilla les rindió honores, pero lo cierto es que cuando las tropas francesas entraron en la ciudad aquel primer jueves de febrero de 1810, las autoridades salieron al Prado de San Sebastián a recibir al nuevo Rey de España, mientras repicaban las campanas.

José I recorrió la calle San Fernando, la Puerta de Jerez, la Catedral y llegó hasta el Real Alcázar, donde había estado durante más de un año la sede de la Junta Central, para instalar allí su sillón de rey. José I, de ideas ilustradas, se interesó por mejorar la cultura del pueblo y el bienestar de la ciudad mientras que el ejército rapiñaba cuanto encontraba a su paso. Sevilla estaba tomada, pero la guerra aún no había terminado.

Las Cortes se celebran en Cádiz el 20 de septiembre de 1810. El cerco a la ciudad, que el mariscal Victor sitió con 60.000 soldados, comenzó en febrero y se prolongó hasta agosto de 1812, cinco meses después de proclamarse La Pepa.

El fin del sitio de Cádiz, el 25 de agosto, no tuvo marcha atrás. Dos días después, también un jueves y también sin derramamiento de sangre, las tropas españolas liberaron Sevilla.

Las campanas de la Giralda también repicaron.

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