Una medalla por defender a los trabajadores cuando "la lucha era menos complicada, pero infinitamente más peligrosa". Tan peligrosa que Francisco Acosta, Fernando Soto y Eduardo Saborido fueron condenados a penas de más de 20 años de cárcel por acudir a una asamblea de la dirección de CCOO en Madrid cuando el sindicalismo todavía estaba perseguido en los coletazos del franquismo, allá por el año 1972. Ahora, el alcalde Sevilla, Alfredo Sánchez Monteseirín, propondrá al Pleno del Ayuntamiento la concesión de la Medalla de la Ciudad a estos tres sevillanos que fueron enjuiciados en el histórico "proceso 1.001".
"Se hará justicia, no sólo a ellos, sino a lo que han representado y representan", señaló Monteseirín. Porque los tres protagonistas, como recalca el más joven, Paco Acosta, con 65 años, son "la punta de un iceberg" que "casualmente estuvimos en ese convento de los Padres Oblatos en Pozuelo de Alarcón, elegidos como representantes de Andalucía".
"Esta medalla sería la oportunidad de recordar a los cientos de sindicalistas sevillanos despedidos, perseguidos, torturados o procesados por el Tribunal del Orden Público de Franco", apunta Saborido.
"Han pasado, parece mentira, 37 años y lo seguimos teniendo como un rescoldo de todos los malos momentos que vivimos. Aquella detención y ese proceso fue un sacrificio añadido a la lucha por los derechos de los trabajadores en una época en la que, lo que menos te podía pasar, era que te despidieran", dice Acosta.
"Yo tuve la suerte de que sólo me detuvieron por ser un dirigente obrero. Y porque teníamos un nombre y éramos conocidos y la lucha cada vez estaba más extendida, teníamos una coraza para las agresiones físicas. Recuerdo que a Ramón, un compañero que tenía 18 años entonces, le dieron una paliza delante mía porque a mí no me querían pegar. Es de las cosas que no se olvidan nunca y de las que más duelen", recuerda Fernando Soto.
Para Eduardo Saborido, uno de los dirigentes de Comisiones más señalados, el problema no era sólo para ellos: "Nosotros hicimos turismo por las cárceles españolas, pero nuestros hijos, nuestras mujeres y nuestras familias sufrieron igualmente tanta represión. Para ellos ha sido una alegría y un orgullo enterarse hoy de que nos pueden dar la Medalla de la Ciudad".
Aunque Paco, Eduardo y Fernando también coinciden en la cautela, "es sólo una propuesta que tiene que aprobar el Pleno", confían en que finalmente se la concedan, "y que sea por unanimidad de todos los grupos políticos", pide Soto, quien responde que su único mérito en aquel entonces fue "que me pudo más la vergüenza que el miedo". A los tres también le concedieron la Medalla de Andalucía y la del Mérito del Trabajo.
El proceso 1.001, como explica Acosta, empezó el 24 de junio de 1972, cuando diez dirigentes de la dirección de CCOO fueron detenidos en un convento de Pozuelo de Alarcón (Madrid) por pertenecer a la dirección de un sindicato todavía en la clandestinidad. En 1973, el mismo día que murió el presidente Carrero Blanco en un atentado de ETA, fueron condenados a penas de más de 20 años de cárcel.
"No sé cómo no nos mataron, porque Franco estuvo firmando penas de muerte hasta el final", sentencia Saborido.
El Rey les concedió el indulto tras la muerte del dictador en 1975 y, según Fernando, nunca han dejado de trabajar "por un mundo igualitario, aunque perdimos la ilusión".