Desde hace años la institución universitaria sufre un estrés histórico. Se está instrumentalizando con rapidez para lograr de Europa una potencia económica sin rival. Entre los planes se encuentra la captación de "cerebros" extranjeros, superando el expolio histórico de materias primas que ha seguido la misma dirección.
La actual crisis económica agrava más el estrés. Como si se tratara del expediente de regulación de empleo de Telefónica, se repite hasta la saciedad en todos los pasillos que la reforma ha de conseguirse mediante "coste cero". No dudo que la evidente obediencia de la Universidad intentará cumplir con el mandato, pero será a costa de los argumentos que los defensores de la reforma esgrimían ante los escépticos: se reducirá la ratio profesor/alumno, habrá más recursos, etc.
En medio de la oscuridad hay alegrías. Diputados como Jordi Pedret y Adolfo González (PSC y PP, respectivamente) ponen en marcha una proposición no de ley para que los estudiantes del Sur mejor cualificados vuelvan a sus países de origen e inviertan allí las esperanzas de un futuro menos esclavo. De ser así y sin que sirva de precedente, gracias sus Señorías.
