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Miles de sevillanos llegan tarde al trabajo por una baja masiva en Tussam

La baja masiva de conductores de Tussam tras el suicidio el lunes de un compañero, expedientado al estar acusado de participar en los actos vandálicos de la huelga del año pasado, causó ayer un caos en las paradas de autobús. Foto: A. Acedo

el 15 sep 2009 / 18:34 h.

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La baja masiva de conductores de Tussam tras el suicidio el lunes de un compañero, expedientado al estar acusado de participar en los actos vandálicos de la huelga del año pasado, causó ayer un caos en las paradas de autobús. Decenas de personas esperaron durante horas, porque más de 200 de los 330 servicios de la mañana no se cubrieron.

A las 5,30 horas, cuando las cocheras de Tussam empiezan a soltar autobuses para cubrir los viajes de la hora punta, sólo 40 iniciaron sus rutas, según fuentes sindicales. La empresa admitió que durante la mañana más de 200 trabajadores faltaron a su puesto tras conocer la noticia del suicidio de José Luis Alonso, de 37 años. El conductor, casado y padre de dos hijos pequeños, atravesaba una depresión porque se sentía presionado por la empresa, según denunciaron ayer su familia y la Agrupación Sindical de Conductores (ASC).

Esta última repartió folletos en los que, en un lenguaje muy duro, informaba a la plantilla con detalle de las circunstancias de la muerte y la conminaba al paro: "Seguramente, después de esta noticia no estés en disposición de conducir. Si es así, te rogamos que no trabajes, no queremos que tengas un accidente y puedas dañas a los usuarios". En las horas siguientes se sumó al servicio un centenar de autobuses. Según fuentes de Tussam, durante la mañana salieron unos 130 vehículos de un total de 330. Los turnos de los conductores se solapan, de forma que es difícil precisar cuántos fallaron en cada ruta. A primera hora, Tussam reorganizó los servicios para intentar cubrir toda la ciudad.

El resultado del paro se dejó sentir de inmediato: horas de espera en las paradas de toda la ciudad, sobre todo entre las 8,30 y las 10 de la mañana, con larguísimas colas formadas por decenas de sevillanos mosqueados. "¡Me parece muy bien que hagan huelga por su compañero, pero esto se avisa!".

El primer autobús que llegó a la Encarnación lo hizo a las 10,30, cuatro horas más tarde de lo habitual. En la Macarena, Carmen Salés había salido a trabajar antes de tiempo, pero llevaba ya una hora esperando al 10 cuando decidió coger "el autobús de los pueblos" para llegar a San Jerónimo, "ya que por suerte me dio por preguntar al ver que tardaba. Aún así llegué tarde", explicaba. A las 9.45, en la primera parada del 27, en la Avenida de la Aeronáutica de Sevilla Este, unas 40 personas que llevaban esperando 45 minutos se apelotonaron en un autobús pero, viendo lo despacio que iba y el retraso que acumulaba, se bajaron en masa en Nervión para intentar coger taxis, tarea nada fácil durante toda la mañana.

Las consecuencias en los lugares de destino también se vieron con claridad: A la Jefatura de Policía, en Blas Infante, llegaron tarde decenas de personas. "He intentado ir a la Cartuja en dos ocasiones, pero por Triana no pasa un autobús ni por casualidad", se lamentaba Basilio. Para llevar a los niños a sus colegios, los padres se marcharon de las paradas de autobús y formaron grupos para ir en sus coches.

Lo peor era la falta de información. Hasta las diez de la mañana, cuando los efectos de este paro empezaron a llegar a los medios de comunicación, nadie informó sobre lo que ocurría, salvo un escueto mensaje en los paneles informativos de las marquesinas: "Tussam pide disculpas por retrasos. 200 conductores faltan al servicio". Ésa fue, prácticamente, toda la información que el Ayuntamiento difundió a los usuarios.

Algunos autobuses lucieron crespones negros, tanto en los vehículos de Tussam, como en las líneas que explota en régimen de concesión la empresa Casal. La Agrupación de Conductores había pedido la noche del lunes, tras conocer a mediodía la muerte de su compañero, que la flota parase durante un cuarto de hora a las 10.30 en señal de homenaje, sin obtener respuesta de la empresa.

Aún así, muchos conductores realizaron la pausa. Otros reforzaron el paro ralentizando el paso o con larguísimas paradas técnicas. Los que trabajaron no daban abasto: los autobuses llegaban llenos a las paradas y ni siquiera paraban, lo que indignaba aún más a la gente.

A mediodía, un centenar largo de trabajadores de Tussam con las manos pintadas de blanco se concentraron ante el Ayuntamiento profiriendo graves acusaciones contra los directivos de la empresa y contra el equipo de Gobierno. En sus pancartas y en sus consignas señalaban al alcalde, Alfredo Sánchez Monteseirín, como último responsable de la tragedia. "El Ayuntamiento debe saber lo que ha ocurrido y lo que han causado sus actuaciones. Ni siquiera se han dirigido a la familia o a nosotros para mostrarnos las condolencias. Ahora tienen que aclarar qué va a ocurrir con los otros expedientes abiertos. El juez ya ha hablado", apuntó Francisco Catalán, delegado de la ASC, en referencia a que los ocho expedientados por la rotura de lunas en la huelga del año pasado fueron absueltos, pese a las cuatro veces que recurrió el Ayuntamiento. El sindicato vincula esta "presión" con la depresión del trabajador fallecido.

Los conductores concentrados en la Plaza Nueva profirieron insultos contra el alcalde, la dirección de Tussam y el primer teniente de alcalde, Antonio Rodrigo Torrijos, que instantes antes había pedido "prudencia" y que no se vincule la situación laboral del fallecido con su suicidio.

Ya la noche antes, una decena de personas había aguardado al vicepresidente de las empresas municipales, Guillero Gutiérrez, y al delegado de Movilidad, Francisco Fernández, a las puertas de la agrupación del PSOE en Cerro-Amate con pancartas y gritos, pero ambos salieron a toda prisa, evitándolos.

La situación se mantuvo hasta primera hora de la tarde, cuando, a falta de que sindicatos y Consistorio precisen las cifras, los conductores fueron incorporándose y el servicio se restableció casi por completo.

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