Mileuristas, jóvenes con contratos temporales o de obras y servicios, inmigrantes, becarios y autónomos que viven con sus padres. Los afiliados a la economía sumergida hicieron cola ayer en la oficina de Vivienda de Sevilla para pedir las ayudas de 210 euros al mes que, junto a sus salarios, les permita alquilar un piso.
Un centenar de jóvenes sevillanos se citó ayer en la Delegación de Obras Públicas que desde hace dos días funciona también como oficina de vivienda para tramitar la llamada Renta Básica de Emancipación.
El primer día sólo había trabajado una ventanilla y ayer hubo que triplicar el personal. La Junta estima que en Sevilla hay 20.000 chavales de entre 22 y 30 años con ingresos anuales inferiores a los 22.000 euros que pueden optar a las ayudas de 210 euros al mes durante cuatro años para soportar un alquiler que, de media, no baja de los 500 euros.
Había una algarabía de papeles en los pasillos. Los chavales fueron dispuestos a enfrentarse al kafkiano engranaje burocrático donde "siempre falta un papel", aunque ayer sobraban la mayoría. "Sólo necesitan un contrato laboral de seis meses y el de alquiler, una cuenta de haberes si son autónomos y la acreditación si son becarios", explicó ayer Carlota González, jefa de servicio de Vivienda.
Al final se registraron menos solicitudes de las que parecía prever el tumulto. "Pocos jóvenes se independizan sin su pareja. Aquí vienen de dos en dos, pero sólo uno pide las ayudas", dice González. Las ayudas a la emancipación del Gobierno socialista quieren acabar con el estigma de que los jóvenes españoles no pueden salir de casa de sus padres hasta pasados los 30 años, pero de ahí a irse a vivir solo...
"¿Solo? Yo cobro 893 euros. Mi novia menos. Pagamos 575 euros de alquiler por un piso de 55 metros cuadrados. Dos salarios precarios hacen un hogar", bromea Pablo, enfadado porque sólo su novia se beneficiará de la ayuda, ya que al cumplir los 30 pierde la beca y Pablo los cumple dentro de una semana. Ahogada en papeles se encuentra también Fayna González, de 27 años. "Llevo de alquiler desde los 20. Pago 638 euros y tengo un contrato basura por obras y servicios. Al menos me beneficiaré de estos tres añitos", dice.
Cada solicitante se lleva más de 20 minutos preguntando y guardándose documentación: ni el padrón, ni la fotocopia del DNI, ni el Libro de Familia. La oficina vigila que la solicitud esté correcta y da el aprobado. Después los chavales tienen que entregar el impreso sellado en el banco, que es el que les va a ingresar el dinero en menos de dos meses, según ha dicho la ministra de Vivienda. Pero no todos los bancos lo hacen. Las cajas de ahorro, por ejemplo, no han suscrito ese convenio y muchos jóvenes aún no se han enterado mientras aguardan su turno.
A unos 20 metros de la oficina de Vivienda hay una agencia del fomento del alquiler, que ayer estaba desierta. En esas agencias se gestionan otro tipo de ayudas, las que concede la Junta a los jóvenes que quieran independizarse. Se subvenciona el 40% del alquiler y se paga cada tres meses. En 2007 se concedieron 482 ayudas, se denegaron 81 y se renovaron 650 del año anterior. Estas ayudas, cuyo proceso de solicitud es más complejo porque requiere el compromiso del propietario del piso alquilado, son incompatibles con las del Estado.
La Junta está empeñada en usar el alquiler como aguja con la que pinchar la burbuja inmobiliaria. El año pasado firmó acuerdos con promotoras públicas y privadas para que reservaran 860 pisos de renta baja y exclusivamente para alquiler. Aún así, los propietarios no se fían y por eso proliferan los carteles de venta. Temen que los inquilinos les destrocen sus pisos porque la protección es mucho menor a la que existe en otros países europeos.
