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Mínimo común denominador

Asisto a los enfrentamientos en directo o transmitidos por los medios de comunicación con gran sentimiento, observando cómo, a veces, las grandes pasiones individuales generan una parte de las guerras y se gasta en ellas toda la energía de una vida...

el 15 sep 2009 / 05:04 h.

Asisto a los enfrentamientos en directo o transmitidos por los medios de comunicación con gran sentimiento, observando cómo, a veces, las grandes pasiones individuales generan una parte de las guerras y se gasta en ellas toda la energía de una vida con el único sentido de imponer ideas con tanta ceguera que impide apreciar los valores ajenos. Fui en Matemáticas, a lo largo de todo el viejo bachillerato, una negación para los números, de manera que la lógica me la trajo muy tardíamente la propia vida a base de palos sucesivos. Hasta que llegué a aplicar a las propias vivencias aquel concepto tan difícil de entender en mis años de estudio básico.

En los otros he aprendido a buscar por descomposición el Mínimo Común Denominador, aquello que por pequeño que sea me une a los demás. A fuer de tamaño es más fácil centrarse en los máximos que nos dividen que en los mínimos que nos identifican con el resto de los seres humanos, que no son otros que nuestros vecinos cercanos e incluso la gente que va por la calle. Puedo encontrar en cualquiera que tenga enfrente muchos puntos de confrontación, pero prefiero buscar siempre el mínimo denominador y evitar la división y la falta de entendimiento.

Me viene esta reflexión cuando el cuerpo de Juan Manuel Piñuel, muerto en el último atentado de ETA, llega para ser enterrado en Málaga. Puedo apreciar en el País Vasco y sus gentes el Mínimo Común Denominador y compartir futuro. Pero cuando pienso en el terrorismo vasco, sólo aparece el máximo común divisor. Será porque ellos sólo entienden una cosa de la vida: la muerte.

Consultor de comunicación

isidro@cuberos.com

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