Son (eran) 25, ya probablemente alguno menos. Viven (o así ha venido siendo desde hace más de dos décadas) en el terreno que hoy ocupa la Gerencia de Urbanismo en la Isla de la Cartuja. Hasta que una denuncia mal enfocada ha puesto a la colonia de gatos más longeva de la ciudad en el punto de mira de quienes han visto la esperada oportunidad de acabar con ellos. El asedio comenzó hace más de un mes, pero el afán sin límites de un puñado de ciudadanos comprometidos en la defensa de estos mininos ha hecho que la causa llegue hasta el mismísimo despacho del alcalde de Sevilla, Juan Ignacio Zoido.
Los exactos 22 años que llevan los gatos en la Cartuja son los que Carmen Jiménez, ordenanza de la Gerencia, acumula en madrugones para alimentarlos y cuidarlos antes de que arranque su jornada laboral. Sus desvelos lo son más ahora que nunca, cuando ha tenido que movilizar a los defensores de los animales a través de la plataforma digital Change.org, donde la petición para salvar esta colonia felina supera ya las 800 firmas, cifra lograda en poco más de una semana. Los gatos están bien cuidados, nada hay de insalubre en su situación, están siendo víctimas de un acoso terrible que solo busca su extinción mediante la prohibición de que los alimente, explica Jiménez, quien asegura sentirse observada, señalada y hostigada para que ceje en su comportamiento, que no es otro que el de hacerse cargo voluntariamente y asumiendo todos los costes de esta veintena de habitantes de cuatro patas.
No hay constancia en la Gerencia de Urbanismo de ninguna queja al respecto de la presencia de estos animales. Pero no parece que su gerente, Alberto de Leopoldo, tenga intención de levantar la prohibición de alimentarles. Tampoco ha querido pronunciarse. Por el camino se ha cruzado una denuncia que nada tiene que ver con los gatos pero que ha venido muy bien a ciertas personas que estaban deseando tener una excusa para propiciar su aniquilación, sentencia Jiménez, como así está sucediendo pese a que, insiste, todos estos animales gozaban de supervisiones médicas y se encontraban controlados. Javier de Medio,veterinario de la Clínica Asís, argumenta que colonias como esta no solo no son perjudiciales, sino que realizan una labor natural desratizadora, de especial trascendencia en un lugar como la Gerencia, tan cercano al río. En otras ciudades como Estepona y Torremolinos, donde existen colonias felinas de mayor envergadura, se han llevado a cabos tratamientos de esterilización para controlar una población que, como en el caso de la que nos ocupa, es cuidada por voluntarios.
No parece sin embargo que esa vaya a ser la opción del Ayuntamiento hispalense. El alcalde, JuanIgnacio Zoido, se vio el pasado sábado impelido en la red social Twitter a salir en defensa de la causa tras recibir los ruegos de varios usuarios preocupados por la supervivencia de la colonia. Tranquilos, nadie exterminará a los gatos, el @Ayto_Sevilla es sensible con el tema y promueve la adopción animal, escribió. Luego añadiría en otro tuit que ...no hay Gobierno más sensibilizado con los animales, aseveración que provocó cierta estupefacción entre los muy activos animalistas. Pero por si quedaban dudas todavía abrochó más:Nadie va a hacerle daño a los gatos. Eso fue el sábado. Ayer, Carmen Jiménez volvió sin embargo a encontrarse con un puñado de gatos hambrientos y desorientados a los que se les hurta el agua y la comida, la misma con la que han contado desde hace varias generaciones.Continúa la campaña de firmas y las denuncias en la red, pero si nada lo remedia, puede estar escribiéndose una pequeña pero triste historia que compete a un puñado de vidas inocentes.
