Esta ceremonia de nombrar ministros se parece mucho a una fiesta de cumpleaños, con su jolgorio, deseos de buena ventura y, sobre todo, la piñata de la que nadie sabe exactamente lo que va a salir. Sorpresas para todos los paladares: la fuga de Caldera, el ascenso de Chacón para Defensa, la ruptura de la paridad pero desde el lado contrario, y sobre todo la permanencia al pie del cañón de la ministra más vapuleada de la democracia y la única que ha logrado poner de acuerdo a todos los partidos de la oposición, y no precisamente para tomar café, Magdalena Álvarez. Esperemos, por su bien, que esta legislatura funcione a todo tren y sin socavones. n
