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Mobiliario uniforme

La tendencia a imponer un uniforme ha estado presente en Sevilla desde hace siglos. Santiago Montoto cuando describía el panorama de los gremios esperando ante la Puerta -Real hasta entonces- de la Macarena la llegada de Carlos V resalta esa uniformidad de las...

el 16 sep 2009 / 05:51 h.

La tendencia a imponer un uniforme ha estado presente en Sevilla desde hace siglos. Santiago Montoto cuando describía el panorama de los gremios esperando ante la Puerta -Real hasta entonces- de la Macarena la llegada de Carlos V resalta esa uniformidad de las corporaciones, ataviadas cada una con sus propios colores. Las reglas sobre vestidos, para que la escala social no se alterara, existieron durante ese tiempo aunque -a tenor de las denuncias- parece que luego cada cual hacía lo que le parecía. Recordemos lo de cocheros y taxistas en tiempos del alcalde Rojas Marcos.

Ahora le ha llegado el turno al mobiliario de las terrazas de los bares del Centro que, al parecer, han de ser uniformes. O no llegamos, o nos pasamos y todo porque, a lo mejor, entre nuestras artes en este campo no está el Arte de Ver. A lo mejor no se ve la hermosa conjunción de la disparidad de las fachadas de la Plaza de San Francisco o en las de la calle Betis y quienes rigen el comercio y el turismo no han visto el panorama de terrazas de la Grand Place de Bruselas, las calles del Barrio Latino de París o las de la Plaza de los Gansos de Hamburgo.

Lo que reina allí no es la uniformidad sino la generalización de una depurada estética a la que se le echa imaginación y, naturalmente, algún dinero; por ejemplo, las calles Condotti y delle Carrozze de Roma cambian su decoración (cada una la suya) en cada estación del año. La gente va a ver cómo las han puesto y -supongo- que, de paso, compra. Al contrario de lo que sucede en el Centro, en Triana hay bares que se distinguen por un diseño temático. Moneo y Aalto están decorados con obras de estos arquitectos y El Aviador con piezas de los aparatos que se fabricaban en la Hispano-Aviación. Hay que mirar hacia estas iniciativas y no a los gremios del siglo XVI.

Antonio Zoido es escritor e historiador

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