Cofradías

Moldes antiguos para un pregón reivindicativo

El pregonero de la Semana Santa de Sevilla acaba de pronunciar la exaltación cofrade.

el 10 abr 2011 / 12:42 h.

TAGS:

A la tercera fue la vencida, habrá pensado monseñor Asenjo. Tras los dardos que le lanzó Henares y la meditación intimista y sin cofradías que inoculó Barbeito a la concurrencia, por fin un pregón del que sale visiblemente satisfecho el arzobispo de Sevilla, que para eso esta vez se cuidó de fiscalizar la elección de quien había de ponerse ante el atril. ¡Cómo han cambiado las cosas en apenas tres años!

Fernando Cano-Romero, cofrade que desde su veterana atalaya encarna los más proverbiales valores de la estirpe cofradiera, volcó ayer toda su sapiencia como nazareno de Sevilla, acumulada a lo largo de varias generaciones, para brindar al Maestranza un pregón clásico, tradicional, propio de un hombre de fe, de un católico convencido y practicante. Haciendo gala de una impecable oratoria, el pregonero entró en el túnel del tiempo para desempolvar una pieza literaria a la antigua usanza, anclada quizás demasiado en los moldes del pasado y cargada de mensajes reivindicativos: alegato a favor de la vida, críticas a la retirada de los crucifijos, defensa de la familia tradicional... Para regocijo de los presentes, ni siquiera faltó una alusión a la "fealdad arquitectónica de las setas", con mirada incluida del orador hacia el alcalde.

El arzobispo de Sevilla, escoltado por vez primera en la presidencia del acto por su nuevo obispo auxiliar, Santiago Gómez Sierra, se apresuró a calificar su intervención como "excelente desde el punto de vista doctrinal" y alabó la "pulcritud y la inspiración" del pregonero. No es para menos. Cano-Romero se erigió en portavoz de los mensajes de la Iglesia para, entre col y col, atacar la nueva ley del aborto, denunciar las profanaciones de las capillas en algunas Universidades y realizar un alegato en favor de la familia tradicional. ¿Sobrecarga de ideología para un pregón que anuncia la llegada de los días santos? "Podrá ser más o menos discutible si el momento es éste, pero lo que ha dicho el pregonero responde a la verdad", zanjó Asenjo.

Versado en los orígenes y la historia de las cofradías como corresponde a un profundo conocedor de la trastienda de las hermandades, escrito en una prosa almibarada, a veces salpicada de lugares comunes y estampas recurrentes -la Amargura en Sor Ángela, la roja rosa de Santa Marta, las mujeres del Cautivo del Tiro de Línea...-, el pregón de Cano-Romero pecó de tradicionalista tanto en el fondo como en las formas.

No hay esquema más clásico para un pregón de Semana Santa en Sevilla que aquél que arranca piropeando a la ciudad como lugar privilegiado de la Creación, que prosiga rindiendo pleitesía de agradecimientos a cuantos han hecho posible que el pregonero haya alcanzado este "atril tan anhelado", que hilvane el nudo de su argumentación en un recorrido por el programa de mano de las cofradías, de Domingo de Ramos a Domingo de Resurrección, y que culmine con un ramo de flores poético a los pies de las más queridas devociones del pregonero. Justamente la estructura que ayer empleó Cano-Romero para un pregón que arrancó con la palabra "Esperanza" y concluyó con un nombre, "Macarena". Un detalle de originalidad.

Principió el pregonero su intervención piropeando a Sevilla. "Tú has sido, eres y serás siempre la Ciudad de la Esperanza". Y tras el extenso y protocolario saludo a las autoridades, brindó su particular homenaje a los pregoneros que nunca han sido. En un pregón en el que no aparece ni un solo nombre propio, Cano-Romero hizo desfilar de manera elíptica por estos primeros pasajes de su obra a literatos como Rafael Laffón, "quien dictó el más magistral Discurso de las Cofradías de Sevilla", Juan Sierra, "a quien Sevilla denominó Príncipe de los Poetas", Florencio Quintero, creador de Las Noches del Baratillo, Rafael Montesinos, autor de la Madrugada del destierro, y el recordado padre Cué, cuyos pregones se quedaron sin pronunciar a través de los años.

Entró el pregonero a continuación a desentrañar la esencia de la Semana Mayor, con una velada y celebrada referencia al candidato de IU a la Alcaldía, Antonio Rodrigo Torrijos: "La gente sana de nuestro pueblo sencillo sabe muy bien que nuestra Semana Santa no es, aunque se enmarque en esa bellísima estación del año, la fiesta en que se celebra el Solsticio de la Primavera, sino la sevillanísima forma de conmemorar con la más profunda religiosidad la Pasión, Muerte y Resurrección de Nuestro Señor Jesucristo y los Dolores de su Madre". Tal y como había anunciado, el pregonero incluyó una mención expresa en su discurso a todas y cada una de las hermandades que componen la nómina de la Semana Santa, incluyendo un guiño a la nueva hermandad de Pasión y Muerte al referirse a las vísperas.

Al margen del que siguió a sus postreras palabras, el aplauso más caluroso que recibió el pregonero durante su intervención se produjo cuando, con voz desgarrada, realizó un alegato en favor de la vida: "Tú (Virgen del Subterráneo) que diste vida a la Vida, no permitas que se arrasen tantas vidas como hacen los modernos Herodes de bata blanca o pijama verde amparados por una ley que protege el criminal asesinato del ser más indefenso del mundo (...)". No faltó en el pregón el luctuoso recuerdo a los que ya no están -de nuevo sin nombrarlos, se hicieron presentes Pepín Tristán, Juan Carrero, Raf ael Ariza y el soleano Diego Lencina-, ni tampoco constantes alusiones a la más palpitante actualidad de las cofradías: la beatificación de Madre María de la Purísima, la pesencia de la Virgen de Regla en Madrid, el abandono de Santa Catalina y el ataque sufrido por el Gran Poder, recuerdo que dio pie a uno de los más bellos -si no el que más- pasajes del pregón: un Padre Nuestro en desagravio al Señor de Sevilla.

Para el último trecho de su pregón, Cano-Romero reservó un sitio de honor a sus más queridas imágenes, el Cautivo de Bellavista -Cristo que él mismo cedió a la hermandad hace 41 años-, su Cristo de la Buena Muerte, y la Virgen que no hace falta decir su nombre. Para la Esperanza fue la letanía de piropos de aires buzonianos con la que el pregonero, traicionado por al emoción, pronunció sus -esta vez nada tradicionales- "muchas gracias".

  • 1