Cofradías

Monseñor Asenjo: "Es un disparate eclesiológico que las Tres Caídas no vaya a Madrid"

el 15 jun 2010 / 10:43 h.

La negativa de los hermanos de la Esperanza de Triana a llevar su Cristo de las Tres Caídas a Madrid, al viacrucis de Madrid por la Jornada Mundial de la Juventud que iba a presidir el Papa en 2011 le ha dejado claro al arzobispo de Sevilla, Juan José Asenjo, el terreno que pisa. Y no sólo porque en Triana se haya rechazado una petición expresa suya y del presidente de la Conferencia Episcopal, Antonio María Rouco Varela, sino porque le ha quedado claro que en Sevilla las hermandades están más lejos de la Iglesia de lo que creía.

Más que indignado está desilusionado y sorprendido, asombrado de que no se atiendan las peticiones directas de la cúpula eclesiástica, de ahí que ayer hiciera poco menos que una llamada al orden, un golpe de autoridad suave en las formas para recordarles que son asociaciones públicas de fieles y que su máxima autoridad es la Iglesia.

Ayer, desde luego, no se mordió la lengua. Acudía a un acto en el que presentaba el balance económico de la Archidiócesis, pero en cuanto llegaron las preguntas el paso de las Tres Caídas se plantó en el Palacio Arzobispal. Dijo que acogió la noticia con "pena" y defendió el papel jugado por el hermano mayor, Adolfo Vela, pero además de arremeter con contundencia inusitada contra la decisión de los hermanos de la calle Pureza el mensaje de más calado fue que las corporaciones sevillanas parecen no tener muy claro que son Iglesia.

"Lo que más me preocupa es el déficit de eclesialidad que revela esta decisión", es decir, la falta de conexión con la Iglesia de una corporación que se supone religiosa. "Al final voy tener que dar por bueno el dicho que se atribuye a un ex hermano mayor de la que la Iglesia es una cosa y otra muy distinta las hermandades", algo que no deja de sorprenderle.

Y como jefe de la Iglesia de Sevilla, no lo entiende. "Es un disparate eclesiológico, las hermandades no son entes autónomos, son asociaciones públicas de fieles", recordó. Su análisis tiene su base en las normas diocesanas: "Como entidad religiosa y eclesial, lo único que legitima y acredita a una hermandad es su inserción en la Iglesia, fuera de ella su identidad se desvanece, serían meras asociaciones culturales".

¿Cree entonces el arzobispo que las hermandades van demasiado por libre? "No tenía esta sensación hasta ahora, creía que estaban muy cerca del arzobispo y de la Iglesia", pero las cosas han cambiado tras el "no" de la Esperanza de Triana y el previo del Cachorro. "En el campo de la colaboración cofrade queda un largo camino por recorrer", resumió su sentir con evidente desilusión, y pareció intentar animarse a sí mismo subrayando que, a pesar de todo, "hay mimbres para hacer el cesto". "No pierdo la esperanza de en los próximos años ir dando pasos, hay muchos cofrades dispuestos a subrayar rasgos como la eclesialidad, la inserción en la Iglesia diocesana y el amor a la Iglesia".

Si contundente fue con las hermandades en general, con la Esperanza de Triana en particular no se anduvo por las ramas. "Respeto la decisión pero no la comparto" fue lo más suave que acertó a decir. Tras admitir que conoció la noticia con "pena", señaló que, "con humildad y sin acritud", cree que la decisión adoptada por los hermanos "no ha sido la más brillante. El viernes pasado [día que se celebró el cabildo general] no pasará a la historia de esta venerable hermandad como una fecha gloriosa".

La hermandad, recordó, recibió una misiva con una petición directa del presidente de la Conferencia Episcopal, Antonio María Rouco Varela, y otra de él mismo, el máximo responsable de la Archidiócesis. Y que no se olvide que "el Cristo de las Tres Caídas iba a un encuentro con el Papa". Pues nada de esto sirvió, pese al que considera buen hacer del hermano mayor, Adolfo Vela, y a que la hermandad ya tenía garantizada una iglesia en la Castellana y tres eucaristías solemnes presididas por tres obispos, "una de ellas por mí mismo".

"La consecuencia más importante es que Sevilla no va a estar presente en el viacrucis". ¿Se arrepiente monseñor Asenjo de no haber ejercido más presión? "No, porque el arzobispo no puede ser un cacique", apostilló. "No me siento derrotado", dijo pese a todo, "porque cuando la verdad está de parte de uno, aunque no se reconozca no se siente derrotado. Tengo la conciencia tranquila".

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