Economía

Montoro: Ni p... izca de gracia

No me gusta tanta sonrisa burlona al tratar los males económicos y ver sólo la paja
en el ojo ajeno”.

el 23 ene 2012 / 23:06 h.

El ministro de Hacienda y Administraciones Públicas, Cristóbal Montoro, en una imagen de archivo.

Tengo impresa en la retina la sonrisa burlona de Cristóbal Montoro cuando, allá por principios de 2009, durante el ciclo de conferencias Los Diálogos de El Correo de Andalucía, se refería a los males de Caja Castilla-La Mancha (CCM) creados, dijo, por los gestores socialistas. El tiempo, que todo lo pone en su sitio, es ésta una gran verdad, hizo que se tuviera que callar la boca con la caída en desgracia primero de Cajasur, donde mandaban sus amigos los curas, y después en la Caja de Ahorros del Mediterráneo (CAM), aquí, para mayor bofetada, quienes administraban eran más amigos todavía, los del PP, partido del que entonces era su coordinador económico.

Tengo impresa en la retina la sonrisa burlona de Cristóbal Montoro cuando, el pasado 13 de enero, durante la apertura del congreso regional del PP-A, echaba pestes sobre los presupuestos de Andalucía que, comentó, tienen inflados sus ingresos y se han elaborado previendo un escenario económico que, por optimista, resulta increíble. Es una lástima que no se hubiera pronunciado antes y en semejantes términos con respecto a las cuentas de comunidades gobernadas por los suyos, sobre todo la valenciana, y les hubiera enmendado la plana a quien ahora se sienta en el banquillo por los trajes de la Gürtel y a su sucesor en la Presidencia de la Generalitat.

Tengo impresa en la retina la sonrisa burlona de Cristóbal Montoro cuando, el pasado fin de semana, durante la presentación de los cabezas de lista provinciales de su formación política a las elecciones autonómicas del 25 de marzo, hablaba de la opacidad del presupuesto de la Junta de Andalucía y a la cola de proveedores que se agolpa a las puertas de la misma. Este comentario, que conste, no abriga a la consejera de Hacienda, Carmen Martínez Aguayo, cuando afirma que paga en tiempo razonable todas sus facturas. No sé qué entiende ella por razonable. Si su nómina se retrasara cinco o seis o siete meses, seguro que su percepción de lo razonable cambiaría por completo y ya no sería tan razonable.

La sonrisa burlona de Cristóbal Montoro se le borraría el pasado viernes cuando, en el transcurso del Consejo de Ministros, le echarían un rapapolvo por su entrevista a una publicación alemana en la que, dijo, no estaba muy seguro de si se cumpliría o no el objetivo de déficit comprometido con Europa, mientras que el ministro de Economía, Luis de Guindos, declaraba a otro diario, en este caso estadounidense, que sí. En ausencia del cabeza visible y único en materia económica, que Mariano Rajoy, presidente del Gobierno, quiso reservarse para él, confiriéndole, así, primerísima importancia, la manifiesta bicefalia conformada por Montoro y De Guindos dará problemas, no está dispuesto el primero a sólo ejecutar lo que el segundo piensa.

La sonrisa burlona de Cristóbal Montoro se le borraría tras ese Consejo de Ministros cuando, en medio de la habitual rueda de prensa posterior a la reunión, la vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría, corrigió al irónico titular de Hacienda. El compromiso con el déficit, explicó, se cumplirá, vamos que si se cumplirá, cíñete al mismo y déjate de ponerlo en dudas, que has cabreado a la Comisión Europea, a los mercados y a nuestra cruel prima.

La sonrisa burlona de Cristóbal Montoro se le borraría ayer cuando, por la mañana, se desayunaba los peores presagios del Banco de España, que pronostican para 2012 una severísima recesión económica, vergüenza, pero que mucha, debiera darles a quienes, populares ellos, pregonaron en campaña electoral que, con Rajoy, solucionar la crisis era cuestión de días. Esas previsiones, malas, muy malas, cuestionan que los planes del Ejecutivo para atajar los números rojos del conjunto del Estado pasen exclusivamente por recortar, dejando, pues, de lado el necesario impulso a la actividad productiva, la única que puede generar empleo y recuperar el consumo.

La sonrisa burlona de Cristóbal Montoro se le borrará, por último, cuando tenga que revisar la estrategia de ajustes presupuestarios, que serán aún más duros pues la caída del PIB deparará, por lógica, una reducción de ingresos en todas las administraciones públicas vía impuestos y un incremento del gasto en prestaciones por desempleo, porque la mayor desgracia será precisamente ésta, la subida del paro. Y será entonces cuando asista a cómo Rajoy se traga otra vez sus palabras, los españoles no soportarán más carga fiscal, como ya en su día se tragara aquéllas que desterraban cualquier aumento tributario si accedía a La Moncloa. Siempre, eso sí, podrá alegar, como lo ha hecho, que no que quedaba otra opción.

No, señor Montoro. Su sonrisa burlona no me hace ni p... izca de gracia.

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